miércoles, 6 de octubre de 2010

Querida Delilah...

Podría empezar este texto como Pablo Neruda, como aquel Vigésimo poema de Amor de Pablo Neruda. De echo, he empezado así, igual que el. Porque al igual que el, hoy, me agarra por dentro una sensación que no me deja pensar con claridad...

Yo ni siquiera he sido tan afortunado como Neruda. Lo he sido aún más. Al haberme cruzado contigo, un día normal, en algún lugar del Mundo. Y desde entonces, nada ni nadie dijo lo que iba a pasar, y nos fuimos labrando un camino que, a pesar de tener jardines que hicimos nuestros, tocando la guitarra mientras nos mirábamos a los ojos, era un camino complicado. Y sigue siéndolo, eso ya lo sabemos. Pero no mucho más que el camino que pueda seguir otro. Nosotros tenemos una ventaja, y es que podemos ser felices. Sí, es cierto, tendremos que renunciar a muchas cosas, pero otras llenarán esos huecos. Es la ley física más universal que existe, la del vacío....


"Te garantizo que habrá épocas difíciles. Te garantizo que en algún momento uno de los dos o los dos querremos dejarlo todo. Pero también te garantizo que si no te pido que seas mío... me arrepentiré toda la vida, porque se, en lo mas profundo de mi ser, que estas hecho para mi". Qué razón tiene esta frase...

Tan sólo sé mirarte a los ojos, y no puedo prometerte nada, porque no sé más allá de eso. Eres tú la que decide, y yo estaré siempre sonriendo a tu lado.