domingo, 28 de diciembre de 2008

Volver a empezar





Quizás en nuestro carácter está nuestro error, en esperar que todo suceda, y en el fondo, nunca estamos esperando, sino más bien todo lo contrario, moviéndonos por crear más y más ocasiones, incontables, para sentirnos vivos y, de una vez por todas, sentirnos tan felices como esa felicidad que intentamos irradiar a todos los que están a nuestro alrededor.



En momento como estos, me pregunto si es correcto lo que hacemos. Me quedo quieto, sin actuar, observando. Y no veo que pase nada. Nada de nada. Pienso en la primera vez, en aquella que nunca se olvida. Luego vendrían otras. Tantas otras. La que nos rompió el corazón, y la que nos convirtió en lo que somos, un corazón miedoso de sentir, de dejarse querer.



Y ahora, después de tanto tiempo, sientes que estás preparado de nuevo. Te gustaría volver a tener todas esas oportunidades que rechazaste en el pasado, esos momentos de felicidad que dejaste pasar. Y lo único que consigues es darte de bruces con tu vida, desde el punto de vista de la otra persona. No es su momento, como no era el tuyo entonces. Lo entiendes, aunque no quieras asimilarlo. Fue tu actitud hace tiempo, por eso sabes cuál es el final. Y no sabes cómo decírselo. Cómo hacerle saber que es importante para ti, que cuentas con ella para un proyecto común de vida, a largo plazo. No hay manera humana de hacer ver eso. Tan sólo el tiempo es capaz. Y entonces, puede ser que ya no sea tu momento.




Y otra vez volver a empezar...¿dónde me equivoqué?

jueves, 25 de diciembre de 2008

Recuerdos...



Comprendí que por haber dejado a Ana, me había quedado sin destino. Yo solo me tenía que inventar otro...
Feliz nuevo año, Sol. Calienta nuestras vidas.
Hoy soñé contigo, después de muchos años, y pensé que quizás nuestra historia nunca tuvo un final, y tengo que salir a buscarte para que tú decidas. Me toca tirar.

domingo, 21 de diciembre de 2008


Si tú estuvieses aquí, ya para siempre...

sábado, 20 de diciembre de 2008

Capítulo 3. Dudas.

El viernes, pasé la noche con Lara. Tenía una reunión de antiguos compañeros de colegio, pero en el último momento, y después de ver que tan sólo asistíamos tres personas, decidí suspenderla. Había coincidido con Lara donde nunca lo imaginé, en internet. Me preguntó cuáles eran mis planes, y le dije lo que había, pero que luego podría llamarla y pasar a buscarla. Al final, quedamos a las 22 horas. en mi casa. Ella se encargaba de la cena y yo del ambiente.

Pasamos una agradable velada. Tanto, que se quedó a dormir. Me gustó la sensación de que ella se sintiese a gusto a mi lado. Y comprendí que mi situación, al fin y al cabo, no difería tanto de la suya. El resto del fin de semana pasó sin más pena ni gloria y, tan sólo el domingo, pudimos hablar de nuevo de nuestra especial situación. Me comentó que hacía cosa de un mes lo había dejado con un tío con el que estaba de rollo, y que todavía seguía prendada de él. Bueno, ýo había luchado en plazas peores, y siempre había salido victorioso. Claro, que el resto de ocasiones no eran más que un momento en medio de nuestra vida, no un proyecto como el que yo estaba proponiéndole a Lara.

Me fui hacia casa pensando en aquellas palabras. En el fondo, yo también andaba pensando en otras. No de la misma manera, pero sí que dándole vueltas a la cabeza en si Lara era la mujer definitiva. Durante toda esa semana, soñé que era mi destino, acabar con ella, excepto la noche del viernes, que soñé que todo era una mentira y que ella, para no hacerme daño, decidía dejar de quedar conmigo. Ese día me levanté extraño. Esto, sumado a que llevaba toda la semana con diarrea, producía que mi estado fuese algo volátil, inerte, agotado...

Tenía un concierto ineludible. Me habían invitado hacía 5 meses, y evidentemente, no iba a decir que no. Mis ganas estaban mermadas por las fuerzas, pero sabía que ese concierto sería algo que me serviría para aclarar conceptos sobre Lara y sobre mi futuro. Si había algo que me preocupaba en exceso era mi trabajo en el Ayuntamiento. Era un trabajo que me aportaba mucho, tanto económica como interiormente, pero en el que mi continuidad se estaba viendo afectada por la supuesta crisis de una manera directa. No sabía si en los próximos meses iba a tener que cambiar de vida de nuevo, o si todo continuaría como estaba. Era algo que me comía por dentro. Así que para vaciar mi cabeza de todos estos pensamientos, me subí en el coche hacia el lugar del concierto...

viernes, 12 de diciembre de 2008

Capitulo 2. Amapolas...

Melqui se hizo un porro. Era su costumbre diaria, meditada, contrastada. Yo no solía fumar. Hace años lo había hecho, pero nunca le encontré sentido más que para autodestruirse la vida. En ciertos momentos, me apetecía ese sinsentido, y lo hacía, más para sentirme mal que para sentirme bien, aunque en algunos momentos, cuando estaba realmente a gusto con alguien, fumaba porque realmente me apetecía. Tenía, además, una ventaja o un inconveniente, según se mire; no me afectaban los porros. Me dejaban igual, o al menos, yo no notaba nada.

-¿Qué hacemos hoy?
- Hay un concierto en Leganés, tocan LOL y algunos más.
- Pues nos acercamos a verlos, ¿no? Hoy toca jueves tonto, que hace mucho que no salimos un jueves tonto.

Perfecto. Era lo que necesitaba. Un concierto de unos amigos, y dejar de pensar en Lara. Siempre con Melqui, un gran amigo que, a pesar de ser un cabeza loca y un fumao, era capaz de razonarme las cosas y llevarlas a la simplicidad. Por eso era mi amigo. Paramos a comprar algo para cenar, y nos fuimos hacia Leganés. Hacía algunos años había estudiado allí. Recordé aquellos días muy levemente, como si realmente no hubiesen tenido importancia. Poca tuvieron. Aparcamos, y compramos un par de entradas. Al rato, mientras buscábamos un cajero, Melqui se encontró una entrada. Mira que tiene suerte-, pensé. La vendimos y recuperamos parte de la pasta gastada con las nuestras.

Era curioso la cantidad de gente variopinta que había en la sala. Madres con sus hijos, raperos, bacalas, pijos, hippies...un conjunto de gente que nunca coincidiría en otro lado. Pero era por una buena causa, y todos los grupos que tocaban se habían unido por los derechos humanos. Dimos una vuelta, para tantear el ambiente. Compramos un mini de calimocho, para al menos aguantar un poco la cantidad de grupos que tocaban que no eran de nuestra devoción, y oteamos buscando algun grupo de chicas que mereciera la pena. Demasiado exigentes. No encontramos nada que nos llamara la atención, así que nos quedamos al lado de unas chicas que parecían jugadoras de baloncesto, y que al menos se lo pasaban bien, bailando y cantando, algo que no abundaba mucho por el recinto, extrañamente.

Me rondaba por la cabeza Lara. Su hermano llegaba a Madrid para estar el fin de semana, y todos los planes se habían centrado en él. Eso me dejaba fuera de juego por 4 días, que sumados a lo que llevaba desde el lunes eran casi toda la semana, con el sólo contacto de sms, pues había intentado hablar con ella por teléfono, pero no había podido cogerlo. Estaba pensando en llamarla en alguna canción, cuando de repente, anunciaron que salían LOL. Empecé a saltar. Yo era un poco culpable de que LOL empezara a sonar en Madrid, de que mis colegas de Barcelona fueran conocidos más allá del barrio de San´t Vicents de L´Horts. Me sentía feliz viéndoles allí. Hacía un par de meses había sido el fin de gira, y había sido un día mágico. Empezaron con Los colores de una sombra, un tema genial, donde demostraron todo su potencial. Mágico momento...analizaba la letra, como siempre, intentando acoplar esa letra a mi vida. Continuaron con Me amo, canción de amor propio, como diría un gran cantautor.

La gente los aceptó bastante bien, a pesar de que sólo tocaron dos temas. El concierto continuaba, y con tanto grupo, aquello empezó a decaer un poco. Aguantamos hasta las doce. Salimos y comimos las sobras de nuestra cena. Aún nos quedaban los donuts, todo un lujo. Decidimos ir a la capital para probar suerte con nuestro jueves tonto. Teníamos ganas de darlo todo. Fuimos a la Latina, a Huertas, Tribunal, Malasaña, Argüelles. Nada. No había rastro deque la gente se lo estuviese pasando bien. A la desesperada, fuimos hacia los bares de Ciudad Universitaria. Y de repente, a mi izquierda, en una calle, lo vi. Calle de las Amapolas. Melqui diría que voy provocando las casualidades, pero es que eran demasiadas. Lara era un Amapola. Me lo había contado un día sin pronunciar palabra alguna, con la mirada. Me había dicho que tenía el corazón rojo, que sus piernas y brazos eran verdes, y que su persona, su alma, era frágil como las amapolas. Pero ella no se había dado cuenta de aquella declaración, y yo un día le llamé Amapola sin darme cuenta. Hice una foto, y se la envié con el móvil. La noche, sin sentido, había tenido un fin. Un campo de amapolas, un campo entero lleno de flores...

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Mar adentro...EL cuento!

Y ese día llegó. De nuevo. Otro puto día. La cabeza dando vueltas, las manos sin saber qué hacer y qué tocar, el pelo revuelto, los ojos mirando sin mirar. El cuerpo, frío. El corazón...
El caso es que como siempre, tocaba tirar hacia delante. Él me había dicho que la culpa era mía, aunque de una manera mucho más elegante. Se refirió a mis amigos, a mis compañías. A mi vida. Y claro, le tuve que dar la razón. La verdad es que es lo mismo que yo pensaba, pero nunca lo hubiese dicho de esa manera. La gente que me rodeaba era el problema y yo, sin darme cuenta, hacía ya algún tiempo que estaba intentando solucionar ese problema. Pero no era tarea fácil. Amigos de hace muchos años, conocidos que compartían rutinas. Esto, unido a unos nuevos compañeros de trabajo que no eran ni de lejos amigos, hacía que esta decisión, que esta nueva dirección de la vida, fuese difícil de tomar.
Por otro lado estaban ellas. Tantas y tantas. Y eso que me había propuesto dejar muchas en el camino. Pero otras puertas se habían abierto, y hacía que el número fuera bastante similar en cuanto a conqusitas se refería. A veces sentía asco de mi mismo. Otras, simplemente pensaba que era lo que tenía que pasar. Pero la solución tampoco estaba en ellas. No. Su edad no permitía que fuesen una opción, y sus formas de ser de cada una, casi peor.
Mientras conducía le daba vueltas a todo esto. Mi perro, en el asiento de atrás, se encargaba de recordarme que no estaba sólo, que la vida era mucho más simple. Era salir a la calle y disfutar del viento, del frío, del volar de una hoja, o del pasar de un par de niños jugando. Sí, supongo que sería todo más simple si nunca me hubiese rodeado de gente. Pero tengo un defecto, y es que soy humano. Tomé una curva a la derecha, la furgo se movió con el aire. Ella fue la última en subir a mi lado en mi pequeña casa a cuestas. Se la veía tan feliz, tan increible. Todavía no nos habíamos besado, y aquello fue la antesala. No sé si recordar esto me estaba viniendo bien. Ella, después de dos semanas, me había pedido tiempo, que siguiéramos quedando, riéndonos, charlando, pero sin prisa, para que sus heridas pudieran cicatrizar y, sobre todo, para que su momento coincidiese con el mío...Me había creado una quimera, como siempre, y ahora tocaba poner los pies de nuevo en el suelo.
Mi mejor amigo me había dicho que viviera, y que si ella se iba, siempre habría otra. Razón no le faltaba. Pero yo intentaba pensar desde la objetividad. Era la primera chica mayor de 23 años con la que estaba desde hacía mucho tiempo. Y eso se notaba, pues los dos le dábamos a la cabeza. Era coherente, dinámica, activa, vivaracha...aquello que siempre había querido. Me di cuenta de que había ideas comunes, proyectos, sueños. Y tiré para adelante, quizás demasiado pronto (y eso que era la primera vez que tardaba dos días en que me besara una chica).
Empezó a nevar. Recordé que no llevaba cadenas, que se las había dejado a mi hermano, y seguidamente pensé, qué coño hace nevando en Madrid,a 5 grados...El Mundo se estaba volviendo un poco más extraño para mi este año, después de la boda de mi hermano, de que mi mejor amigo se hubiese ido a vivir solo, y mi otro mejor amigo llevase años viviendo lejos, y no pensase volver. Había contactado de nuevo con mi primera chica, aquella que decía que besaba mal. Nos llevábamos de lujo, y en cierto modo, me recordaba a Lara. Sonó el teléfono. Era Melqui, que si le pasaba a buscar por el curro. Así que me fui hacia casa para dejar a mi perro, y deseando que la nevada no fuese más que esporádica, para poder ir a buscar a Melqui al curro...

domingo, 7 de diciembre de 2008

Y así estoy, mirando una estrella, una que tuve la semana pasada tan cerca que me iluminaba el alma...