martes, 26 de mayo de 2009

Verdad verdadera...


El amor tiene su propio tiempo, sus propias estaciones, y sus propias razones para ir y venir

Tú no lo puedes sobornar, coaccionar, motivar o insistir para que se quede; solo mantén tu corazón abierto, él vendrá de nuevo a ti...

domingo, 10 de mayo de 2009

No la había vuelto a ver...

...desde hacía 15 años. Su recuerdo me venía ahora a la mente, con aquella falda a cuadros rojos y verdes del uniforme del colegio, y el polo blanco ajustado a sus juveniles curvas, recién salidas, mientras su piel, dorada por el sol, asomaba de vez en cuando entre la falda y el polo. Ella era una niña espabilada. Sí, ahora lo veía con nitidez. Recordaba como sus facciones eran perfectas, al igual que su pequeño cuerpo. Le habían crecido las tetas antes que a ninguna otra, y todos y cada uno de mis compañeros suspirábamos simplemente imaginándolas, allí debajo, suaves y tersas. Increibles.
Recuerdo que fumaba. Siempre me gustaron la chicas que fuman, pues les da un aire de superioridad que a mi, personalmente, me retaba a despojárselo, con mis pocas armas entonces, con las muchas experiencias ahora.Nunca pretendía enamorarme de aquellas chicas, pero a veces, no me daba otra opción mi corazón. Siempre fui un enamoradizo, que encontraba cada cinco minutos a la mujer de su vida. Ahora, sigo enamorándome, aunque por fin soy consciente de que la mujer de mi vida no dependerá de lo que yo sienta cada vez que conozco a alguien.

Aquella chica sujetaba el cigarro de una manera peculiar. Quizás eran sus manos, que se me antojaban delicadas, y ella lo sabía y por eso sujetaba las cosas con cuidado. Nunca llegué a ser su amigo. Me daba vergüenza. Me aterraba pensar que ella me ignoraría, por considerarme inferior, por ser todavía un crío. Esa sensación me duró mucho tiempo, hasta que tuve la valentía de saltar por la ventana, y con ello, matar todos los fantasmas de pasado. Como tantos otros, me conformaba con verla pasar, con contemplar su belleza, su pelo castaño liso, a la altura de los hombros; sus ojos verdes, intensos como los campos en primavera. Sus pechos, su cintura, su trasero. Sus piernas, perfectamente definidas, haciendo juego con unos talones finos, delicados, perfectos. Era la niña más guapa que había en el colegio...
Luego todos crecimos, y seguimos nuestras vidas. Alguna que otra vez recordaba como aquella niña había conseguido cultivar en mi el placer y el deseo. No volví a saber nada de ella, ni siquiera se dejó ver por las reuniones de antiguos alumnos que de vez en cuando se organizaban. Recuerdo que una noche, en Madrid, mientras conducía por la gran vía, me pareció ver una mujer que me recordaba exageradamente a ella. Aquella noche, que yo ya era otra persona, que no me asustaban las niñas, que era dueño y señor de mi confianza, y tal vez de la suya, di la vuelta en cuanto pude para atraparla, para cruzar el coche delante de ella y decirle lo que tantas veces había querido. Haberla metido en el coche, y haber vivido una noche de ensueño. ¿Acaso las noches no son para soñar? Pero cuando logré llegar al punto donde me había cruzado con ella, no fui capaz de encontrarla. Estuve por la zona durante media hora sin atisbar ninguna señal que me condujera a su escondite. Y me fui a casa...
Hace unos meses, con esto del facebook, busqué su nombre y apellido. Me aparecieron varias, pero ninguna de las que pude ver coincidía con mis recuerdos. Hoy, 15 años después, más o menos, la he vuelto a ver. Ha sido en la pantalla de mi portátil, mientras me estaba dedicando un arrechucho. Se me ha bajado de golpe la erección. No me podía creer que aquella chica estuviese en mi casa, en mi habitación, en mi pantalla, delante de mí, casi sin ropa. Algo cambiada sobre lo que yo recordaba, pero sin duda era ella. Pude observar perfectamente sus pechos, tan perfectos como siempre imaginé. Su culo, una obra de arte, y el resto de su cuerpo, sin palabras para definirlo. Sus padres hicieron un gran trabajo. Afortunadamente para mí, la escena era lésbica, y no sentí celos de ningún tipo al ver como se deshacían ella y otra chica rubia en todo tipo de juegos eróticos y placenteros...
Sí, aquella chica tan increible de mi infancia, con la que tantos habíamos soñado, se había convertido en actriz porno hacía 10 años más o menos. Y era buena, muy buena. Por fin pude cumplir uno de mis sueños, contemplar desnuda a la diosa de nuestra infancia.

Larga vida...

miércoles, 6 de mayo de 2009

Rabia...

Tiene cojones la cosa. Es más, es acojonante. Sí, y lo siento. Lo siento por hablar mal, pero es que esa palabra que tiene el título de este texto se me ha agarrado ahora mismito, de casualidad, otra puta casualidad.

Desde luego, mi alma está muy traquila. Escribo esto por y para mí, me da igual quien lo lea, lo que opinen los demás, porque quien me quiera me tendrá que querer sabiendo como soy. Así que al que no le guste, que no mire. Eso mismo has hecho tú, no?

Me he llevado una gran decepción. Quizás esté pagando por lo mal que se lo hice yo pasar a mucha gente hace tiempo. Pero no creo que merezca ni mucho menos perder tu amistad. Si lo haces, es porque no eres capaz de olvidar todo lo que pasó, pero al menos ten el valor de decírmelo, no que me dé cuenta de casualidad, mientras veo que ya "no somos amigos" en facebook. Pero lo peor de todo no es eso, sino que nadie, ni una sóla persona de tu alrededor ha sido capaz de decirme algo, desde que tú y yo nos extinguimos. Eso sí es decepcionante...

Ahora mismo, me apetece dedicarte la canción de Luis Ramiro, "romper", toda enterita para ti. Pero lo peor de todo es que deseo que seas felíz, aunque no sea conmigo...no entra en mi cabeza olvidarte, pero sí soy capaz de dejarte de lado, porque es lo que tú me pediste y deseas.

Sí, Virginia, posiblemente esto no lo leerás, porque ya no tienes un link en tu ventana de inicio de Facebook, que te diga que he escrito una nueva nota. Que sepas que YO NO TE OLVIDARÉ, pero sí soy capaz de dejarte hacer tu vida, y seguir haciendo la mía, sin que interfiera en mí lo que siento por ti, algo que tú, no has conseguido, y prefieres borrar toda huella que te lleve a mí. Pero los recuerdos en tu mente no los podrás borrar nunca, y un día te darás cuenta de lo cobarde que fuiste. Yo salté por la ventana, y tú no....El tiempo imparable plateará nuestras sienes...

martes, 5 de mayo de 2009

Haz el bien, y el volverá a ti...


Hoy no es un día normal. Hoy es el día. Nadie sabe por qué. Ni siquiera yo lo sé. Tan sólo tengo en la memoria el recuerdo de haberlo escuchado de boca de alguien, la semana pasada. El Martes es el día. ¿El día de qué...?


Tú eliges...es el día...

viernes, 1 de mayo de 2009

Miedo...


Si algo tenemos todos los seres humanos del planeta es miedo. Algunos más, otros menos, pero el miedo es algo inherente en cada uno de nosotros. Es un mecanismo de autoprotección, para evitar diversos peligros que nos pueden acechar a lo largo de nuestra vida. Por ejemplo, cuando vamos caminando y nos encontramos un precipicio, ese miedo nos hace permanecer allí arriba, sin dar un paso más, para no caer hacia abajo, porque desconocemos lo que nos podría pasar si diéramos un paso más, o quizás no. Quizás las experiencias adquiridas por otros semejantes nos ayudan a saber que debemos permanecer quietos allí arriba.

La sociedad actual en la que vivimos, mientras sigue evolucionando a ritmos increibles, nos hace tener miedo. Miedo a demasiadas cosas. Miedo a nosotros mismos, hacia nuestros semejantes, porque nos pueden entrar a robar en casa, porque nos pueden asaltar por la calle. Porque el ser humano es malo por definición...Eso es lo que queremos creer? Todos los seres humanos son malos?

No debemos de evaluar a una sociedad al completo por unos cuantos. Cuando yo escalo, sé que si me caigo, me puedo hacer daño. Eso me hace extremar las precauciones, y tener en cuenta todos y cada uno de mis gestos. Cuando salgo a la calle, actúo de la misma manera. Soy consciente de que puede haber peligro, pero no por ello dejo de relacionarme con la gente, ni de hablar con un desconocido. Desde mi humilde posición, creo que ése es el camino correcto...

El amor. El mayor de nuestros miedos. Toda la vida desde que tengo uso de razón han estado bombardeándome con el amor. Películas con finales felices, historias maravillosas...El amor para toda la vida. Sí, quiero creer en él. Pero los seres humanos, en la inmensa mayoría, tenemos miedo al amor. Un miedo incontrolado, porque nadie nos ha explicado nunca cómo es el amor. En una sociedad donde legislamos hasta cómo debemos de comportarnos con personas de distina clase social (increible, per existen clases sociales, y no hacemos nada para evitarlo), nadie nos ha enseñado cómo actuar respecto al amor. Nadie nos educa para ser padres y, con todos mis respetos, todos y cada uno de nosotros deberíamos de ser conscientes de lo que es ser padres.

Recuerdo que mis padres tenían revistas especializadas de cómo ser padres (ser padres hoy, se llamaban). Nunca las leí, pero la intención de esas revistas seguro que no era mala, y daba algunas pistas sobre cómo educar a nuestros hijos. Pues con el amor pasa lo mismo. Hace poco, leí en internet una web donde se decía cómo conseguir enamorar a alguien. Tócate los cojones, Mariloli, que diría Carlos el de "contigo no, bicho". Lo mejor de todo, es que decía que tenías que ser amable, dejarte la vida por la otra persona, ser atento...

No entraré en juicios personales sobre ello, pero experiencias no me faltan. Que cada cual elija como enamorar a otra persona. Pero desde mi punto de vista, esas cosas no se eligen, sino que simplemente pasan. El miedo, ese con el que abría este post, es el encargado de crear unas necesidades u otras, y de conseguir que nos enamoremos, o de que simplemente nos quedemos con la primera persona que pasa por allí, porque tenemos miedo a seguir solos, a no encontrar a nadie tan perfecto como realmente deseamos. Opciones válidas las dos, pero yo me decanto por intentar creer en los sueños, y seguir lo que mi instinto, como animal, me ofrece. Seguir escalando, con seguridad, por allí por donde pueda, Y confiar en el ser humano...

El amor, es nuestro mayor miedo. Pero debemos saber enfrentarnos a él con respeto, no con temor...