domingo, 19 de diciembre de 2010

El Gato de la Luna

Fueron años estupendos. Vivimos una época tremenda, de gran movimiento. Todos los días había novedades, fotos nuevas de vez en cuando, algún que otro mundano o fulana que colonizaba su sitio, allí donde se merecía estar. Comentarios en el libro de visitas. A más de uno y a más de una le sirvió aquel rincón para exponer sus sentimientos sin que nadie supiese quien era. O casi nadie. Algunos, también, dedicaron aquel espacio para mostrar su disconformidad con algo o alguien, y sembrar la cizaña. Pero es algo que forma parte de este mundo. Nunca llueve a gusto de todos.

Después de aquellos años, un día, sin saber por qué, no hubo comentarios, y al día siguiente tampoco, y al siguiente igual. De vez en cuando alguien se acordaba, y entraba en aquel lugar que para tantos había sido un gran referente, un lugar de encuentro, y preguntaba si estaba todo bien. Sí, estaba todo bien, pero aquello ya no volvió a ser lo mismo. Hubo una actualización de fotos, pero aquello ya era parte de otro mundo, otra realidad paralela. Aquella web empezó a morir, sin darnos cuenta.

Año tras año se renovaba el dominio, por no perderlo, por ver que todo podía resurgir. Pero las necesidades de cada uno, incluidas las mías, eran distintas. Poco a poco, el webmaster, también fue abandonando su proyecto, un proyecto que surgió de la nada, y que de la misma forma tendía a desaparecer. Nos quedamos con los buenos momentos.

Hoy, a todos los que alguna vez formásteis parte de www.elgatodelaluna.com, tengo que daros las gracias. A todos los mundanos y fulanas que han habitado allí (incluido, por supuesto está, el gran personaje que le puso nombre a esa sección), GRACIAS. Todos vosotros hicisteis un sitio de reunión, y me hicistéis sentir bien, incluido el gato respondón aquel, o los malos comentarios. También todo aquello sirvió para forjar un alma. Gracias de nuevo.

El Gato de la Luna,  como web, se extinguirá el 31 de Diciembre de 2010. Hasta entonces, podéis todavía pasar a darle la despedida por su libro de visitas. Abrazos para todos, y para todas.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

- Sssshhhh...pueden oirte!

- le susurré al oido, mientras le tapaba la boca. 

Ella no pudo más que aguantarse la risa. Siempre lo hacía. Ella era así de natural, de espontánea. Sus grandes ojos azules no hacían más que enamorarme cada día más, y cuando se lo decía, se reía, como si no fuese con ella. Canalla, pero dulce. Así era ella. Pasábamos algunas tardes viendo la tele, o alguna serie de internet. Ella, refugiada en la manta, haciendo suyo el sofá. Yo, acoplándome a sus huecos, feliz. Se me notaba en la cara, decían.

Aquel día de mi marcha era un recuerdo demasiado presente. No soportaba la lejanía de su voz, la falta de su piel, de sus besos. Todo se había parado ese día. Habían pasado unos cuantos años de aquel momento, y aún quedaban unos cuantos para poder volver a verla. Pero ella sabía que podía confiar en mí, y lo mejor de todo es que yo sabía que podía confiar en ella. Por eso, todas las mañanas sonreía por tener, por fin, la suerte de mi lado.

Cogí la guitarra para cantar nuestra canción, y sin darme cuenta fueron sus manos las que acariciaron las cuerdas. Me había traido porras para merendar, y le habían regalado dos churros. Miré sus ojos, y suspiré. Gracias.

Me moriré de ganas de decirte...que te estoy echando de menos...