martes, 22 de abril de 2014

El siguiente paso.

No dejo de pensar en ella. En su situación. En su edad. En cómo va a tomarse la vida a partir de ahora...

Me enteré de golpe. Como ella. Como cuando me llamó mi amiga Nerea para decirme exactamente lo mismo, con la voz rota y las lágrimas en sus ojos, sin podérselo creer. Recuerdo aquellos momentos como algo con lo que yo no podía, no sabía actuar, no sabía qué hacer. Y me quedé con lo que decía uno de los amigos de la familia, recordando los momento buenos, lo positivo y feliz que era él.

Fue una lección de vida. Para todos. Y sobre todo para ellas. Aprender a vivir de nuevo, con un hueco al lado, un espacio que ya no se rellenaría. Tan sólo los recuerdos cubrirían ese lugar. Pero no todo estaba perdido! Sí, estaba claro, su padre ya no estaría físicamente, pero seguiría existiendo en nuestras mentes... y eso es algo a tener en cuenta. Muy en cuenta.

Supongo que la realidad que nos rodea hace que eso sea difícil. Pocas cosas se pueden comparar a la muerte repentina de alguien, sin avisar. Pero preguntarse el por qué no nos sirve de mucho. Aceptar que nuestra vida sigue es mucho más fructífero, y que seamos valientes para atrevernos a VIVIR con mayúsculas, pues, si algo podemos aprender de eso, es que los seres humanos somos frágiles, y podemos dar el siguiente paso sin darnos cuenta.

Sé que a Nerea le costó un buen rato darse cuenta. Se que a ti, pequeña, te costará también. Pero quédate con que estás viva, y tienes que disfrutarlo. Que tienes que sonreír y mirar a la vida con dulzura. Nadie sabe dónde estaremos mañana, así que hoy es el día que toca vivirlo al máximo. Como lo hizo él.

Y si necesitas gritar, te subo a lo más alto de una montaña, para que pueda estallar tu pecho.

Sé valiente. Te llevo de mi mano. Y él también...