domingo, 19 de diciembre de 2010

El Gato de la Luna

Fueron años estupendos. Vivimos una época tremenda, de gran movimiento. Todos los días había novedades, fotos nuevas de vez en cuando, algún que otro mundano o fulana que colonizaba su sitio, allí donde se merecía estar. Comentarios en el libro de visitas. A más de uno y a más de una le sirvió aquel rincón para exponer sus sentimientos sin que nadie supiese quien era. O casi nadie. Algunos, también, dedicaron aquel espacio para mostrar su disconformidad con algo o alguien, y sembrar la cizaña. Pero es algo que forma parte de este mundo. Nunca llueve a gusto de todos.

Después de aquellos años, un día, sin saber por qué, no hubo comentarios, y al día siguiente tampoco, y al siguiente igual. De vez en cuando alguien se acordaba, y entraba en aquel lugar que para tantos había sido un gran referente, un lugar de encuentro, y preguntaba si estaba todo bien. Sí, estaba todo bien, pero aquello ya no volvió a ser lo mismo. Hubo una actualización de fotos, pero aquello ya era parte de otro mundo, otra realidad paralela. Aquella web empezó a morir, sin darnos cuenta.

Año tras año se renovaba el dominio, por no perderlo, por ver que todo podía resurgir. Pero las necesidades de cada uno, incluidas las mías, eran distintas. Poco a poco, el webmaster, también fue abandonando su proyecto, un proyecto que surgió de la nada, y que de la misma forma tendía a desaparecer. Nos quedamos con los buenos momentos.

Hoy, a todos los que alguna vez formásteis parte de www.elgatodelaluna.com, tengo que daros las gracias. A todos los mundanos y fulanas que han habitado allí (incluido, por supuesto está, el gran personaje que le puso nombre a esa sección), GRACIAS. Todos vosotros hicisteis un sitio de reunión, y me hicistéis sentir bien, incluido el gato respondón aquel, o los malos comentarios. También todo aquello sirvió para forjar un alma. Gracias de nuevo.

El Gato de la Luna,  como web, se extinguirá el 31 de Diciembre de 2010. Hasta entonces, podéis todavía pasar a darle la despedida por su libro de visitas. Abrazos para todos, y para todas.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

- Sssshhhh...pueden oirte!

- le susurré al oido, mientras le tapaba la boca. 

Ella no pudo más que aguantarse la risa. Siempre lo hacía. Ella era así de natural, de espontánea. Sus grandes ojos azules no hacían más que enamorarme cada día más, y cuando se lo decía, se reía, como si no fuese con ella. Canalla, pero dulce. Así era ella. Pasábamos algunas tardes viendo la tele, o alguna serie de internet. Ella, refugiada en la manta, haciendo suyo el sofá. Yo, acoplándome a sus huecos, feliz. Se me notaba en la cara, decían.

Aquel día de mi marcha era un recuerdo demasiado presente. No soportaba la lejanía de su voz, la falta de su piel, de sus besos. Todo se había parado ese día. Habían pasado unos cuantos años de aquel momento, y aún quedaban unos cuantos para poder volver a verla. Pero ella sabía que podía confiar en mí, y lo mejor de todo es que yo sabía que podía confiar en ella. Por eso, todas las mañanas sonreía por tener, por fin, la suerte de mi lado.

Cogí la guitarra para cantar nuestra canción, y sin darme cuenta fueron sus manos las que acariciaron las cuerdas. Me había traido porras para merendar, y le habían regalado dos churros. Miré sus ojos, y suspiré. Gracias.

Me moriré de ganas de decirte...que te estoy echando de menos...

miércoles, 6 de octubre de 2010

Querida Delilah...

Podría empezar este texto como Pablo Neruda, como aquel Vigésimo poema de Amor de Pablo Neruda. De echo, he empezado así, igual que el. Porque al igual que el, hoy, me agarra por dentro una sensación que no me deja pensar con claridad...

Yo ni siquiera he sido tan afortunado como Neruda. Lo he sido aún más. Al haberme cruzado contigo, un día normal, en algún lugar del Mundo. Y desde entonces, nada ni nadie dijo lo que iba a pasar, y nos fuimos labrando un camino que, a pesar de tener jardines que hicimos nuestros, tocando la guitarra mientras nos mirábamos a los ojos, era un camino complicado. Y sigue siéndolo, eso ya lo sabemos. Pero no mucho más que el camino que pueda seguir otro. Nosotros tenemos una ventaja, y es que podemos ser felices. Sí, es cierto, tendremos que renunciar a muchas cosas, pero otras llenarán esos huecos. Es la ley física más universal que existe, la del vacío....


"Te garantizo que habrá épocas difíciles. Te garantizo que en algún momento uno de los dos o los dos querremos dejarlo todo. Pero también te garantizo que si no te pido que seas mío... me arrepentiré toda la vida, porque se, en lo mas profundo de mi ser, que estas hecho para mi". Qué razón tiene esta frase...

Tan sólo sé mirarte a los ojos, y no puedo prometerte nada, porque no sé más allá de eso. Eres tú la que decide, y yo estaré siempre sonriendo a tu lado.



lunes, 30 de agosto de 2010

Learning to be better person...


Quien me conozca sabe cómo soy. Un cabeza loca. Un tipo desequilibrado, que va más allá con los límites normales de cualquier persona. Quizás por eso las personas se fijan en mí. Un gran amigo, hace poco, me definió como una persona entrañable y buena. Se lo agradezco mucho, pero yo sé que a veces no ha sido así.


Sin querer he herido a muchas personas, y he perdido muchos amigos, que eran muy importantes para mi y que no supe valorar. Nunca los he recuperado. Con algunos todavía mantengo el contacto. Con otros, ni siquiera eso. Mi penitencia. Nunca se me dio bien coger el toro por los cuernos, y ahora, intento aprender a marchar forzadas. No sé realmente qué es lo que me impulsa ser así, qué es lo que me hace obviar al resto de personas y ser yo el que se ponga delante, sin tener en cuenta nada ni nadie. El caso es que ha pasado, y que aquello no puedo cambiarlo. Lo que sí puedo hacer es pedir perdón. Perdón por todo aquello que hice mal, sin hacerlo aposta. Tan sólo ocurrió, y no pude evitarlo, por débil, o por no darle la importancia que tenía.

Hace años, yo tenía un grupo de amigos. Éramos como hermanos, todo el día juntos. Montábamos en bici, salíamos por las noches, íbamos de conciertos...conocíamos a chicas. Ese era mi punto débil. Me gustan demasiado las chicas. Como a todos. Pero yo no fui capaz de controlarme. Era como una droga, como algo que te arrastra a querer más y más. Tiempo después, un psicólogo me dijo que aquello era por la necesidad que sentía de sentir afecto. De tener a alguien que me quisiera al lado. Y me dijo: ¿Por qué no buscaste en tus amigos ese afecto? Ya era tarde. Casi todos se habían ido. Sólo quedaban unos pocos, y a esos pocos empecé a cuidarlos como se merecian. Pero dentro de mi había un nudo por haber llenado la puerta de la casa de mis antiguos amigos de clavos, y aunque los hubiese sacada, aquella marca aún existía. Y yo no podía cambiarlo.

Hace poco tuve una gran conversación con una bellísima persona. Llevaba mucho tiempo queríendo hablar con esa persona para poder saber más acerca de uno de mis amigos, que ahora es su chico. Lo que ella me contó me dolió mucho. Pero seguro que nada comparable a lo que le dolió a mi amigo en aquel momento. Dios, ¿cómo pude ser así?, me pregunté a mi mismo. Ahora, cada vez que pasa a mi lado me siento peor, y me encantaría poder acercarme a él y decirle lo siento. Y tan sólo soy capaz de escribirlo, porque no sé si cambiaría algo. Quizás ya es tarde, y tan sólo puedo aprender de aquellos errores.

Recuerdo también un momento de rabia que terminó con un empujón por defender a otro amigo, y que derivó en la pérdida de otro amigo. Y cómo a otro gran amigo, sin saberlo, le hería cada vez que a él le gustaba una chica y esa chica acababa conmigo. Si pudiese volver hacia atrás cambiaría todo lo que no he hecho por conservar esas amistades...tan sólo puedo pedir perdón a personas como Chucho, o como Jorge, o como Miguel, todas ellas personas muy importantes para mí, y que de una forma u otra se vieron heridas por mi culpa. Lo siento, de verdad. Sé que es dificil, pero si algún día decidís perdonarme, yo estaré ahí, para intentar no defraudaros. A veces, las personas necesitan una segunda oportunidad. Cada fruta tiene su tiempo de maduración distinto...

A ellas, a todas las personas que se sintieron heridas alguna vez por mí, lo siento. Si sois capaces de perdonarme, aquí estoy...Gracias.

You want a tackle in your life...

Lo diré sin rodeos: nunca me gustaron los Estados Unidos. Todo lo que veía de aquel país, y todo lo que escuchaba, me parecía algo que no debía de tener en cuenta. Siempre era negativo, e incluso en las películas americanas, todo aquello parecía un sin sentido, un país creado de una manera anárquica y sin una razón de ser. Durante todo ese tiempo, fui conociendo personas que, de una manera u otra, sentían una atracción por los Estados Unidos. No llegaba a entender el por qué. Era como si un gran escalador, por poner un ejemplo de algo que conozco, te dice que subas por donde el sube, que es fácil. Tú no te lo crees, porque él no te sabe decir cómo tienes que hacerlo, y sobre todo, cómo tienes que sentirlo...

Poco a poco fui descubriendo paisajes de aquel entorno, y me maravillaron. Fue la primera vez que le presté atención a EE.UU. Sus parques nacionales, sus edificios espectaculares, sus barrios tan impolutos. Pero siempre algo negativo ensuciaba aquella imagen. Violencia, racismo, brutalidad desmedida...adjetivos que calificaban aquel país de un sitio peligroso. Pero fui capaz de dejarlo a un lado, aunque cada vez que alguien me nombraba algo de aquel país, yo decía que tenían mucho que aprender de nosotros. Me equivocaba en cierto modo.

Hace unos años conocí a una gran persona. Una bellísima persona. Él juega al fútbol americano. Fui un poco desconfiado cuando él me hablaba de todo aquel juego que se había convertido en un cimiento más de la sociedad americana. Accedí a ver algún partido, e incluso, sin llegar a entenderlo, había algo que me llamaba la atención, pero no sabía diferenciar el qué era. Día tras día fui conociendo a mi amigo, y sabiendo cómo pensaba, y por qué creía tanto en Estados Unidos. "No todo es malo", me decía. La forma de vida americana tiene mucho que aportarnos, lo que pasa es que eso no se importa hasta España. Este año, él pudo viajar por fin a vivir su pequeño sueño americano. Yo estoy seguro de que volverá. Nunca se lo dije, pero viendo las fotos de aquello, y sobre todo, escuchando lo que contaba de su experiencia allí con la gente, empecé a ver la luz al final del túnel. Había cosas positivas. Había mucho respeto por las personas, mucha pasión por el deporte, y otra forma distinta de sentir la vida. El sueño americano. La libertad.

Hoy, después de unas semanas viendo películas en las que se vive ese sueño americano, aunque la realidad no sea exactamente así, he comprendido el por qué de muchas cosas. El por qué el sueño americano también estaba llamando a mi puerta. Hoy he podido comprender un poco más el fútbol americano, y la FRATERNIDAD que ello supone. Ojalá en España, país donde resido, se diera la mitad de toda esa buena fe de muchos americanos hacia sus vecinos. Sí, Estados Unidos es un país patas arriba, con la economía en el suelo, con muchos problemas sociales, y armas en las calles. Pero también está el país de la amabilidad, del amor hacia lo que tienen al lado, y de la libertad bien entendida.

Muchos amigos volaron para allá, y dijeron que era increible. Esta semana otros dos amigos volarán para allá, para Washington y para L.A. Espero que puedan sentir un poco de ese sueño americano...


lunes, 26 de julio de 2010

Canciones para el tiempo y la distancia.

Despertarme por la mañana. Apagar la alarma. Lo siguiente en mi cabeza eres tú. Volver a cerrar los ojos, pero pensando en ti. Es jodido. Tragar saliva, a veces. Otras veces simplemente dejo de sentir. No querer sufrir. Levantarme, arrastrarme. Acariciar a mi perro, o no. Mear. Mear pensando en ti. Perezoso resucito, bienvenido al Mundo...un día en el Mundo. Otro día en el Mundo...

Cuando salgo a la calle el sol se empeña en hacer daño a mis ojos, pero calentar mi piel. No sé si agradecérselo, o decirle que mande ya una tormenta solar y que nos vayamos todos al carajo. Veo a la misma chica pasar por la calle de enfrente. Después de un mes, sigue sin saludar, por educación, así que yo ya me he cansado de ser educado con ella. Los mismos dos coches que pasan, el Renault modus rojo granate, y el peugeot 405 azul. Putas casualidades de la vida rutinarias.

Tu perfume, ese que nunca llevaste, el color de tus ojos que me elevaba a aquellos sitios donde nunca estuve. Yo antes tenía una vida. Ahora tengo varias, y sólo necesito una. Tus palabras y las mías se las lleva el viento. El viento, y el tiempo, el único aliado de cualquiera, de los buenos y de los malos. Porque las cosas, a veces, serán buenas, y otras veces serán malas. Y quiero llorar. Llorar y golpear con mis manos los muros, las ventanas, el suelo .Y perder. Perder, para no poder perder más. Para empezar a ganar.

Sólo quiero mirarte a los ojos, y saber que siguen siendo del mismo color...

lunes, 19 de julio de 2010

Seguir mirando de frente (o por qué no mirar hacia detrás)

Aún recuerdo tu inocencia aquella primera vez que nuestras miradas se cruzaron. Ninguno de los dos sabíamos nada del mundo, pero creíamos que lo sabíamos todo. Yo no pude evitar enamorarme de ti. Imaginaba largos días a tu lado, en cualquier playa o montaña, en una de esas praderas verdes donde pastan las vacas, observándote mientras hacías surf, o sintiendo tus brazos agarrados a mi cuerpo montados en la moto.Luego quedó bien patente que tenías novio, o algo parecido. Nunca se me dieron bien las relaciones perfectas.

Pasaron los años, y te perdí la pista, a ratos. Pequeños y fugaces instantes se cruzaban contigo en los sitios más insospechados, en los momentos más alejados de nuestros recuerdos. Quizás tú no lo recuerdes, pero a mi se me quedaron grabados para siempre. Eras un simple recuerdo, bonito, amoroso, pero tan sólo recuerdo. Cuando me crucé contigo sin querer aquel día, supe que tenía que decirte algo. Me miraste como si no supieses quien era. Tu vida había cambiado mucho desde entonces. Tu novio ya no era tu novio, y tú no eras tú. Habías salido tan rebotada que te habías convertido en lo que yo había sido cuando nos miramos por primera vez. Tu mirada ahora, hacia un recorrido de arriba a abajo, intentando encontrar un punto de conexión con tu tierra. Sólo pudiste decirme que tenías prisa, que llegabas tarde al trabajo...

El tiempo imparable plateará nuestras sienes, y hará de nuestros recuerdos cenizas y humos. Quizás tú, como siempre, sigas un poco siendo parte de mi, en aquel rincón de mi corazón donde guardo las cosas más importantes. Quizás, dentro de unos meses, o años, nos volvamos a cruzar, y entonces no hará faltar mirar hacia detrás, porque estaremos mirándonos de frente.


domingo, 18 de julio de 2010

Estrellas en el cielo...

No me voy a dormir hasta que vea tres estrellas fugaces y un satélite...


sábado, 3 de julio de 2010

J.F. Sebastian

Sentir cómo tu boca esboza una sonrisa, como tus ojos se agrandan, y tus pupilas se abren y se cierran rápidamente. Los poros de tu piel experimentan un aire fresco, como si estuvieses en un valle de Alaska, o en las praderas verdes que recorren algunos acantilados de Irlanda. Te sientes volar hacia algún lugar, dónde tus mejores sueños pueden por fin disponer de una banda sonora acorde a lo que siempre has imaginado. Tu mirada es incapaza de distinguir todos los sonidos y acordes que tus oidos recojen incesantes. Ves como Carlos percusiona sobre una ánfora de agua, o cómo Tobe acaricia las cuerdas de su bajo, mientras al mismo tiempo escuchas la viola de Dylan y la guitarra acústica de Chris, mezclados todos en una armonía perfecta, con un charango que tiene la suerte de colgar de las manos de Neevy.

Lo menos que puedes llegar a pensar es que ojalá existan muchas más personas en el mundo con las mismas energías y con la misma pasión que ellos. Por la música, por esta vida de la que todos somos parte de ella.

Gracias, amigos (si me lo permitís).

Larga vida....

jueves, 1 de julio de 2010

Sonrisas.

Es fácil. Sencillo. Y todos podemos hacerlo. Sonreir. Es un gesto tan noble y bonito, que nos llena de energía, de vitalidad. Nos recarga, asi de simple. Levantarse con una sonrisa, aunque hayas tenido un mal sueño, o no hayas podido descansar todo lo que querías. Salir a la calle con la misma sonrisa, e incluso tarareando para tus adentros una canción, o para tus afueras, que la escuche todo el mundo, sin llegar a molestarles. Quizás, seas capaz de contagiarles, y de alegrarles el día.

No dejes de sonreir, aunque la vida te de millones de palos. Intenta siempre buscar lo positivo. Que te deja tu novio, o tu novia, pues deséale suerte, y sonríe. Quizas sea mejor caminar por separado. Es más, seguro que lo será. Pero en el presente aún no lo sabes. Tan sólo vívelo, y sonríe. Disfruta de cada sonrisa. Aprende. Aprende a sonreir. Observa a un niño como ríe, como sus ojos se llenan de felicidad con tanta facilidad que incluso nos es extraña. Porque nosotros, parece que olvidamos que fuimos niños. Parece que olvidamos que hubo un tiempo en el que creíamos en la magia de las cosas, en que todo lo que había en el Mundo era sencillamente genial. Y un día,dejamos de creerlo.

Pues no. ¡Pues no! No te dejes llevar por lo que te apaga esa sonrisa todos los días. Rodeáte de aquello que te de alegría, que te haga cosquillas (si es en el estómago, encima conseguirás muchas más sonrisas). Siéntete bien conigo mismo, aunque los demás no te sonrían. Ya lo harán; tan sólo tienen que tener un ejemplo a seguir.

Y si alguna vez te dan las gracias por hacerles sonreir, no se las aceptes. Porque eres tú el que les tienes que agradecer que sigan sonriendo...

Para todos aquellos que me hacéis sonreir. Para mis niños, mis niñas, mis amigos más allegados, para aquellos que alguna vez me sonrieron. A vosotros, GRACIAS.





martes, 29 de junio de 2010

Siempre y cuando la vida no me abandone.

Me costó echarte. Fueron largos meses, algunos años. De vez en cuando te ibas, pero siempre volvías, y yo nunca pude acostumbrarme a esos momentos contigo. Me mordías en la yugular, me chupabas la sangre, mientras yo maldecía tu jodida compañía. Aunque también es cierto que hemos pasado muy buenos momentos juntos. Aún recuerdo aquel viaje en el que nada más llegar me puse a llorar a tus pies, mientras escuchábamos, cada uno a su forma, una canción que nos recordaba, sobre todo a mí, a aquella ciudad que habíamos dejado, y que nunca he dejado de amar. Como a ella. Pero eso es otra historia.

Pero un buen día me propuse que no podía pasarme toda la vida contigo. Que te seguiría viendo, como dos buenos amigos, porque era necesario seguir manteniendo ese contacto. Le eché narices, y me planté delante de tí. Te reiste. Como tantos otros siempre lo habían hecho. Me dijiste que no sería capaz de vivir sin tí, que ya me había acostumbrado a tenerte cerca, y que era difícil vencer todas las tentaciones que me ponías delante, para poder seguir siempre a mi lado. Entonces me giré y no te hice ni caso, aunque creo que me viste soltar una pequeña lágrima, de impotencia, por lo que decías. Pero creí en mí y en dejarte de lado.

Un buen día, sin esperármelo, te fuiste. Me miraste a los ojos y me dijiste, sin hablar, "has vencido". Seguiríamos viendonos, seguro, pero ya no sería de la misma manera, o al menos eso quería yo. Hoy sé que en el fondo tú también querías eso. Que detrás de toda tu maldad, que haces sin querer, porque es tu carácter, tienes un gran corazón, y preferías irte lejos de mi lado. Ocho años de relación al carajo. Pero estábamos felices, los dos. Hay veces que las rupturas son positivas, y ésta lo fue...

Hoy he vuelto a verte. Hacía por lo menos dos meses que no sabía nada de ti. Te conté cómo me había ido en todo en este tiempo, que me lo había pasado en grande. Me preguntaste si sabía por qué volvías. No supe qué decir.

Esta noche duermes a mi lado, pero no sabes si mañana te irás y volverás para quedarte, o será simplemente una visita rutinaria para ponernos al día...

Para mí, siempre serás parte de mí, pequeña Soledad...aunque quiera tenerte bien lejos.




lunes, 31 de mayo de 2010

La huida.

Quizás si su mejor amigo no se hubiese largado de esa manera, Ike hubiese tenido un hombro donde llorar. Pero aquella noche estaba solo. Sabía que le quedaban apenas unas horas para afrontar la realidad. Buster le había dejado tirado por una rubia platino delgada, y él no le podía reprochar nada, pues la mayoría de las veces había sido al contrario; Ike solía ser el que mas ligaba de los dos. Pero aquellos tiempos habían quedado atrás, unos años atrás. Ahora, con todo patas arriba, con gente corriendo de aquí a allá, no podía reprochar nada a nadie, y menos a Buster.

Entre el desorden de aquella habitación encontró un libro. El título aún le producía escalofríos. Recordaba levemente la historia y cuánto se escondía en ella cuando las cosas iban mal, tiempo atrás. Decidió abrirlo, y empezar a leerlo, de nuevo. Era la mejor manera para intentar deshacer el nudo que le ahogaba en la garganta. Sin embargo, nada más abrir lla primera página, estalló en lágrimas. Allí estaba la dedicatoria de Monique, impresa en tinta roja, como el color de todo lo que latía por entonces entre los dos. No pudo evitar recordar la madrugada que ella desapareció, cruzando el canal que separaba la zona de seguridad y el mundo exterior. Ike no pudo hacer nada por salvarla. Se sumergió una y otra vez para buscarla, pero las luces y las voces de los guardias no le dieron otra opción que intentar escapar de allí, junto con Buster. Luego, aquella rubia que se cruzó en el camino, y la huida desesperada hacia la antigua casa de Monique y Ike. Tan sólo hacía cinco días de todo eso.

Con el rostro empapado por las lágrimas, comenzó a leer, secándose como podía con su manga izquierda de la chaqueta. No podía imaginar, ni por asomo, que Monique había sobrevivido a aquella odisea...

lunes, 17 de mayo de 2010

Érase una vez la vida...agarrada a un imperdible.

Esa noche no iba a poder dormir. Su vida estaba dándole vueltas en la cabeza. Qué había hecho durante tanto tiempo, qué era lo que le había llevado a ser el que había sido hasta hace poco. Ahora, lo entendía. Entendía por qué hacía doce años lo había tenido que pasar tan mal. Sí, estaba lejana la fecha, pero aún recordaba en su memoria aquella historia que le hizo abrir los ojos. Eran tiempos en los que se creía en un ciego amor, costara lo que costara. Pero aquello le sirvió para entender lo que no debía hacer. Más de diez años después, por fin, lo había entendido.


Sabía que Greenland era mucho más que una isla...

martes, 4 de mayo de 2010

Presente, pasado, futuro, un día...

Fuiste pasado, eres presente, y me encantaría que fueses futuro...
Un día. Y que no esté lejos.


lunes, 19 de abril de 2010

Mi segunda combustión

No sé si hace cuatro, cinco, o seis años. Podría saberlo si me pongo a pensarlo detenidamente, pero aquel momento, recordar aquel momento...no me atrevo.

Eran otros días, otros tiempos; otros pensamientos los que poblaban mi cabeza. No sabía nada de lo que me rodeaba, y aunque a veces atinaba a hacer lo correcto, sin quererlo, la mayoría de las veces me equivocaba. Y así fue ocurriendo todo en mi vida, sin darme cuenta, lastimando almas y creando ilusiones vanas que no había estudiado en mi pupitre del colegio, que nadie me había enseñado a dibujar en la realidad. Aquella noche, cuando te conocí, sin querer iba a meter la pata, a pesar de que mi intención era pura...

El tiempo pone a cada uno en su sitio, dicen. Yo, siento que el tiempo me ha dado lo que me merecía, y me lo sigue dando, aunque ahora sea de una manera más positiva. El bien nos lleva al bien, y el mal...el mal nos lleva a cualquier parte. Hace tiempo me lo pasaba mejor de noche, y ahora...ahora no recuerdo ni qué día dejé de salir realmente para empezar a valorar esos momentos en los bares rodeado de la gente, de las personas que hoy sí quiero que estén ahí. El tiempo, como decía, nos va minando el camino con sus piedras, o su liso asfalto. Y yo, sin querer, y queriendo, te fui viéndote, sin atreverme nunca más a mirarte a los ojos, aún pensando y sintiendo lo que aquella primera vez...

Es difícil asumir los errores, y yo cometí uno que me agarró por dentro y nunca me ha soltado. Por querer querer, quise demasiado. Sí. Me equivoqué, me dejé llevar por aquellas canciones, aquel primer concierto, aquellas sensaciones, aquellas novedades.Tú, no entendiste nada, era como si te estuviese tomando el pelo, y hoy, aún no sé si llegaste a perdonarme por aquello, por creerme dueño de todo, por creerme con el derecho a jugar con todos.

Hoy, sólo quiero que tus ojos sepan entender que te pido perdón, que asumo mis errores, y que si la vida nos está dando a ti y a mi una oportunidad que se nos asoma cada vez que nos vemos, no la rechacemos...

Ahora sólo me falta saber cómo voy a hacer para decirte esto...

Un beso...




sábado, 3 de abril de 2010

- Papá, ¿cuándo estás completamente seguro de que una chica no es compatible contigo?

El pequeño Kim, con tan sólo 6 años, había vuelto a dejar a su padre en blanco. Jope con la preguntita, pensaba su padre. Sus largos 40 años daban para muchas aventuras y experiencias, y sabía cuando uno tenía que dejar un barco seguir su camino. Pero ahora mismo no sabía qué responder a su hijo. Se imaginaba al pequeño Kim con alguna compañera suya de clase, y le parecía divertido, aunque le dolía que su hijo tuviese que experimentar ya, con esa tierna edad, las desilusiones del amor.

- Kim, pequeño, ven aquí.

Su padre intentó explicarle que uno nunca está seguro de eso. Mientras lo hacía, recordaba aquella corta historia que tuvo con aquella chica increiblemente guapa. Ella estaba loco por él, y aún eran dos jovenzuelos, sobre todo ella. Él estuvo enamorado de esa chica. Luchó contra todo lo que se les puso en el camino. Los padres de ella se opusieron desde un principio a la relación, pero él consiguió hacerles cambiar de parecer. Sin embargo, fue sencilla y llanamente su relación la que al final terminó por hacer aguas. Eran distintos, cosa que a él nunca le pareción suficiente para abandonar. Se complementaban. Pero ella, nunca supo lo que era ceder en una relación, el compromiso que había que tener con la otra persona. Y todo se quedó en un bonito recuerdo de otros tiempos...

-  Kim, tan sólo hay una cosa que te hace estar completamente seguro de que una chica no es compatible contigo...

- ¿Y qué es, Papá?
- El olvido. Si consigues olvidarla para siempre, ella no era tu destino.

El padre nunca logro olvidar a ninguna de sus novias.

martes, 23 de marzo de 2010

¿Recuerdas?

- ¿Recuerdas cómo nos conocimos? - me preguntó.

La miré con los ojos afilados, y una sonrisa cómplice de mis labios. Lo recordaba perfectamente. Ella había sido la que había conseguido cambiar mi vida. Aquella misma noche, la que nos conocimos, yo me iba a Australia. Había decicido dejar todo, no sin antes haberlo sometido a un gran estudio. Mi trabajo, ese que me había costado tanto conseguir, y con el que tanto disfrutaba. Mi familia, que se mantuvo en una linea dura, hasta que por fin entendieron que debía de hacerlo. Mis amigos; pocos me quedaban que se pudiesen llamar así, y los que eran más allegados, ya se habían marchado de Madrid, esa maldita pero insustituible cuidad. Y mi novia, que fue la que más lo sufrió. Yo no estaba enamorado de ella. Tiempo después comprendí por qué uno se puede enamorar o no; primero hay que quererse a uno mismo.

Aquella noche mis pocos amigos que quedaban aquí me hicieron una fiesta de despedida. Desde siempre me había imaginado ese momento, y por fin estaba llegando. Sobre las 2 de la mañana salimos de casa, y nos dirigimos a un bar a seguir reunidos. Yo no era muy de bares, pero aquella noche sentía la necesidad de vivir aquello con mis amigos, pues iba  a estar lejos de ellos en pocas horas. Nada más entrar por la puerta, la vi. Hacía tan sólo dos meses que había dejado a mi novia y había  montado todo este embrollo para largarme de aquí, y me parecía una buena idea dejar Madrid con buen sabor de boca.

- Hola... - ella me miró entre curiosa y alerta. Supuse que estaba harta de que le entraran los tíos, cosa que más tarde me confirmó.

- Mira...te sonará estúpido lo que te voy a decir, incluso un poco prepotente, pero...mañana me voy a Australia, - Ella seguía mirándome con cara extraña, pero yo era algo que tenía que hacer.

- Y bueno, la verdad es que me gustaría irme con un gran recuerdo, que alguien me dejara una sonrisa permanente en mi vuelo hasta allí, y me estaba preguntando, si no te importaría, si te gustaría ser esa persona que me pusiera esa sonrisa esta noche, que me apretara el corazón por ultima vez en Madrid, y que me dijera que todo es posible, que la felicidad te la encuentras cuando menos te la esperas...

Ella sonrió, entre sorprendida y halagada, y pensando que me estaba burlando de ella. Me cogió directamente y me dio un beso. Me quedé tan sorprendido que me tuve que separar de ella por el ataque de risa que me entró, y ella se quedo más perpleja aún. Entonces, mi risa cesó, la miré fijamente, y fui yo el que la besó.

- Claro que lo recuerdo, pequeña, no podría olvidarlo - le dije mirándola suavemente.
- No me creo que estemos en el aeropuerto, tanto tiempo después, con destino a allí de donde volviste a por mí, sin ni siquiera saber mi nombre... - añadió ella.

Apreté suavemente su mano, y no pude evitar una fugaz lágrima en mi ojo derecho...

martes, 16 de febrero de 2010

Lo que nos une a los dos.

Ayer no lo sabia, pero hoy, cotilleando entre tus notas, lo supe. Supe que naciste de un beso, que el mismo día de tu cumpleaños, el 24 de junio, sin quererlo, o sin saberlo, te creé, junto a otra chica. Era mi primer beso, y fue una experiencia única.

Y ahora, casi 16 años después, me doy cuenta de que fuiste la luz que vi aquella noche en mis ojos, a través de mis labios...

Increible...

lunes, 15 de febrero de 2010

Capítulo 8. Luten


Conseguí llegar a casa y ducharme. O más bien me enjaboné sin agua, pues toda la que me había caído me recorría el cuerpo. Sólo quedaban 15 minutos para la cita con Alba y Lucía, y me tenía que dar prisa. Suerte que estaba cerca del centro comercial, pues en Madrid, cuando llueve, parece que la gente no sabe conducir, y se forman unos atascos increíbles. No digamos ya si nieva…


Oteé rápidamente las mesas y no estaban en ninguna, así que eso significaba que no era el último, cosa que me tranquilizó. Escogí un lugar situado cerca de la ventana. Mientras veía las gotas de lluvia caer, pedí unas tortitas con nata al camarero, de rasgos latinos. Me perdían las tortitas, sobre todo el primer bocado. Luego, me cansaba enseguida de ellas…nunca podía con la tercera, pero me la comía siempre por orgullo. A lo lejos, en la puerta, vi entrar a Lucía seguida de su madre. La pequeña vestía unos vaqueros y una chaqueta combinada perfectamente con un gorro a juego. Alba, fiel a su estilo, venía con su chaqueta verde, y sus botas de montaña. Les saludé con la mano para que me viesen, y con una sonrisa se encaminaron hacia la mesa.


-       ¡Hola Jota! – dijo Lucía.


-       Hola Lucía – contesté, y al mismo tiempo reparé en una bolsa que llevaba en su mano derecha.


-       Hola Alba – me levanté y les di dos besos a cada una.


-       He pedido unas tortitas con nata, qué queréis.


-       Yo lo mismo -  dijo Lucía.


-       Que sean tres – añadió Alba.


Se acomodaron en el amplio sofá de color rojo, mientras yo pedía las cosas al camarero latino. Lucía entonces sacó de la bolsa una caja de zapatos.


-       Esto es para ti, Jota – dijo Lucía. Sonreí. No esperaba que hubiese un par de zapatos en la caja, así que la curiosidad me atrapaba por dentro.


-       Son recuerdos que tengo desde que nací – añadió Lucía, como si me estuviese leyendo la mente.


Me dispuse a abrir la caja. Lo que vi allí dentro me tocó el corazón. Encima de todas las cosas, había un dibujo. En la parte superior derecha, ponía el nombre de Lucía, y su edad, 3 años. El dibujo consistía en el típico “mi familia y yo”, y Lucía había dibujado a su madre, justo a su lado, a sus abuelos, al lado de Alba, una casa increíble marrón, en medio de una montaña rodeada de árboles, y un poquito más lejos de todo, justo debajo de su nombre, había dibujado unos cuantos edificios, poniendo en ellos “Madriz”, con la “z” tachada y cambiada por una “d”, y en uno de los edificios había puesto “papa”. Era su forma de sentir la vida a los 3 años, y me conmovió. Conseguí retener las lágrimas, aunque mis ojos adquirieron un brillo como el cristal debido a su estado casi lloroso. Seguí escarbando en la caja. Parecía que todo había sido cuidadosamente ordenado, cronológicamente, para que yo pudiese seguir un hilo conductor. Alba y Lucía me miraban constantemente, mientras las dos estaban cogidas de la mano, y se sonreían de forma cómplice. Lo siguiente que hallé en la caja fue una camiseta pintada a mano, luego un bote con arena ordenada, de esos que parece que hay un paisaje dentro, una jarra de cerámica, unas fotos en un campamento, ya con 10 años, una entrada de Eurodisney, otra foto de Lucía y Alba haciendo surf en Asturias…


Cada recuerdo de Lucía lo sentía como años perdidos en mi vida, como tiempo que recuperar. Levanté la vista y aunque mis ojos lo decían todo, les di las gracias a las dos. El camarero trajo las tortitas y las bebidas, y me vino estupendamente para poder coger fuerzas para hablar.


-       Así que hacéis surf… - dije.


-       Entre otras muchas cosas – contestó Lucía.


-       Mama me enseñó a hacer surf hace 5 años, pero también me ha enseñado otras cosas – añadió.


-       Bueno, bueno, sois una caja de sorpresas constantes – dije. ¿Sabrían esquiar, escalar, o simplemente lo habrían probado?


-       Es que me aficioné a muchos deportes en Asturias, y arrastré conmigo a Lucía, para que se enganchase también, y bueno, de momento le gusta todo, ¿no? – dijo Alba mientras miraba a Lucía.


-       Es que Asturias es un paraíso donde hacer de todo. En clase, en invierno, íbamos a las pistas de esquí que hay cerca, una vez al mes, y nos enseñaban a esquiar. En mayo nos íbamos de acampada un fin de semana, y siempre estábamos haciendo senderismo, o escalar, o tiro con arco – dijo Lucía.


-       ¿Sabes a qué me dedico, Lucía? – le dije a Lucía, que movió la mano en señal de que sabía algo, pero no estaba segura del todo.


-       Pues trabajo en una revista de montaña. Soy escritor, periodista, probador de material…un poco de todo -  dije. Pero lo mejor es que me lo paso muy bien.


Alba había preguntado a mi hermana por mí, pero Candela no había dicho mucho sobre mi trabajo. Le había comentado a Alba que estaba todo el día en la montaña, pero no de qué trabajaba. Así que, para ella, fue una noticia muy buena que yo me dedicara a la montaña.


-       Tu hermana no me había contado nada, pero no sabes hasta qué punto me llega a gustar que te dediques a eso… - dijo Alba.


-       Nosotras también somos muy montañeras . interrumpió Lucía. Bueno, mama algo más que yo, supongo que porque es mayor, pero siempre nos vamos a correr por la montaña, y yo termino muy cansada, pero satisfecha. En gimnasia, en el colegio, siempre saqué sobresaliente, menos en la evaluación de futbol y baloncesto, que no me gustan.


No pude evitar reírme, pues me hacía mucha gracia que Lucía fuese tan parecida a mí, sin habernos visto nunca antes. El tiempo pasó rápido, hablando de sus gustos, de los míos, de los de Alba. Por fin empezaba a entender el por qué del cuerpo de Alba, unas piernas trabajadas, y ni un solo gramo de grasa. Lucía, además de ser un encanto, era una niña deportista como ninguna. Me contó que ahora en el instituto, su profesor de educación física, siempre la usaba como ejemplo, y que había ganado los dos últimos años el cross que hacían por Gijón, en el campo. Campeona absoluta de su categoría, por delante de los chicos. Era una auténtica campeona. Tenía una buena madre, y quizás un buen padre a quien parecerse, al menos genéticamente.


También habló Lucía de su nuevo instituto, de que aún no tenía amigos, y del cambio que esto le había supuesto. Me dijo que merecía la pena venir a Madrid para conocerme, aunque sus amigos se quedaran allí, en Asturias. Me sentí un poco triste, pero halagado, pues era un honor para mí, y una responsabilidad que Lucía y Alba hubiesen decidido instalarse en Madrid. Esperaba poder responder a sus expectativas, y la verdad, estaba deseando irme con ellas a caminar, o a hacer cualquier cosa a la montaña.


Alba miró el reloj. Marcaba las 9 de la noche, así que salimos de aquel sitio, y nos montamos en su coche, para llevar a Lucía a casa. Tan sólo paramos un momento, y Lucía se bajó, y yo se lo agradecí a Alba, pues no sabía si estaba preparado para ver a su madre, después de tanto tiempo y tantas cosas que habían pasado. Lucía se acercó a mí, por la ventanilla.


-       Gracias Papá – me dijo, y me dio un beso justo después. No supe qué decir, y tan sólo me salió un “gracias a ti”. Sentía una enorme presión en mi corazón. Tenía una hija increíble, y se lo debía todo, o casi todo, a Alba. Sonreí a Lucía, mientras abría la puerta del portal, y la perdimos de vista mientras subía por las escaleras. Miré a Alba y le dije.


-       Tienes una hija estupenda.


-       Tenemos una hija estupenda, rectificó Alba. Y no pude evitar darle un abrazo.


Buscamos un restaurante del cual me habían hablado, y conseguimos una buena mesa. Seguía lloviendo en Madrid, pero a esas horas ya no se notaba el caos de tráfico.


Cuando nos sentamos en la mesa, ya no éramos esos dos niños que hacía 15 años habían compartido una parte de su vida. Ahora éramos dos personas maduras, con una vida empezada, con una hija en común, y con cosas aún por descubrir, cada uno del otro. 15 años después, una nueva ilusión por conocer a Alba, de nuevo. Mientras cenábamos, le conté a Alba cómo me habían ido estos años, qué había estado haciendo, dónde había vivido, los lugares que había conocido, mis relaciones…


-       ¿Y ahora no estás con nadie? – preguntó en un momento de despiste, mientras yo me introducía en la boca un trozo de un solomillo de buey digno de los dioses.


-       Sí…bueno, no, pero…a ver, que te explico…- intentaba explicarme, para no decir nada, porque le había prometido a Lorena que aún no diríamos nada, aunque a mí me hubiese supuesto un gran alivio contárselo. Y sin darme cuenta, me estaba haciendo un lío yo solito.


-       Ja, ja, ja, ja, ja! – río Alba.


-       No hace falta que te expliques, - continuó – era sólo por preguntar. Si no me lo quieres contar no pasa nada, que no somos novios ni nada por el estilo, somos amigos, tenemos una hija en común, y ya está.


Respiré aliviado, mientras que sonreía a Alba, pero la verdad es que era una situación compleja. Me gustó su carácter optimista, pero su cara poco a poco cambió su expresión…


-       Me alegra mucho volverte a tener cerca, Alba. Has sido la persona más importante, de las personas más importantes, - corregí – que han pasado por mi vida. Y ahora podemos seguir disfrutando el uno del otro, y compartirlo con Lucía. Aunque tengamos o no otras relaciones, tenemos todo el tiempo del Mundo…


-       Todo el tiempo del Mundo no, Jota…, - dijo Alba.


-       ¿Por qué dices eso, Alba? – pregunté, intrigado.


-       Me estoy muriendo.


Con una tranquilidad pasmosa, Alba había dicho que se estaba muriendo. No sé si me sorprendió más su cara de tranquilidad, o sus palabras. Desde luego, su expresión no era alegre, pero tampoco era de pánico. Y normalmente, la gente común tiene miedo a la muerte. Pero Alba no era una persona común.


-       ¿Estás hablando en serio? – pregunté. Alba asintió con la cabeza, y tardó unos segundos en responder.


-       Sí…soy médico, y puedo asegurarte esto…


-       ¿Cancer? – Volví a preguntar –. Tengo un amigo que tuvo cáncer y se curó con un producto que es casi desconocido, y que puede curarlo…se llama Clorito de Sodio y…


-       No, no es cáncer, - me interrumpió Alba.


-       Tengo una enfermedad muy extraña. Se llama Corazonía de Luten, y tan sólo la han experimentado otras 30 personas en el Mundo. Me he estado informando todo lo que he podido, consultando con grandes expertos, y por el momento no tiene cura.


-       ¿Cómo te afecta esa enfermedad? -  intenté averiguar más sobre ello.


-       Es una anomalía del corazón. El ritmo cardiaco va disminuyendo, hasta tal punto que llega a pararse. La única lucha efectiva que se ha constatado es hacer deportes aeróbicos, de tal manera que se pueda fortalecer el ritmo cardiaco, y se pueda alargar la vida del corazón. Parece una contradicción, pero esa es la única manera.


Noté los ojos llorosos de Alba. Por muy fuerte y optimista que sea uno, nunca se está lo suficientemente preparado para enfrentarse a la muerte en esta vida. Por mucho que creas que lo peor que te puede pasar en esta vida es la muerte, cuando ésta te acecha, sientes una gran presión cada día. Aunque creas que después hay algo más, te conviertas en energía, en luz, en extraterrestre o en lo que quieras creer, nunca podremos enfrentarnos a la muerte con conocimiento sobre ella. Y todo lo desconocido, da miedo. Apreté su mano suavemente con la mía, y le transmití todo mi apoyo mentalmente, sin decir nada. No era el mejor momento para hablar. Quería que fuese ella quien continuase hablando, si quería.


-       Es la primera vez que se lo cuento a alguien que no sea un médico. Ni siquiera mi madre sabe nada. Todo empezó al mismo tiempo que la facultad. Noté que en clase no podía mantenerme despierta, que me costaba atender. Uno de mis profesores se percató de mi estado, y me hizo ir después de clase a verle. Era catedrático en medicina, y me pregunto qué era lo que me pasaba, si era falta de concentración, falta de sueño…- Alba se detuvo un instante para tragar saliva. Su hilo de voz estaba quebrándose poco a poco - . Cuando le conté los síntomas me dijo que me quería hacer unas pruebas, así que a la semana siguiente logré hacerme las pruebas, y cuando me dieron los resultados se los lleve. Yo no entendía nada de lo que allí ponía. Por la cara que puso mi profesor, supe que era grave. Después me habló de la enfermedad en sí, que se sabía más bien poco, y que lo único que podía ayudarme era eso, hacer ejercicios aeróbicos – volvió a detenerse. Sus ojos seguían llorosos, pero se estaba conteniendo - . Aquella primera vez estaba muy confusa, no sabía qué pensar, ni qué hacer. Nunca se lo dije a mis padres, no quería que se preocuparan más, después de haberles hecho pasar por lo de Lucía. Mi profesor fue una gran ayuda, me controlaba, y me presentó a médicos importantes que podían ayudarme a llevar una vida normal. Uno de ellos es Frederick Raims, un reconocido cardiólogo, que ha tratado a dos personas más de esta enfermedad… - Alba cerró los ojos por tres segundos, y suspiró profundamente…


-       Las dos han fallecido. Una de ellas tan sólo hace tres meses – volvió a detenerse y sus ojos, ahora sí, empezaron a encharcarse. Le apreté la mano, y me mantuve todo lo cerca que pude de ella…


-       Me quedan alrededor de dos meses, según Frederick, y según todas las pruebas y experiencias pasadas.


La vida sigue siendo injusta para muchas personas. Alba se merecía todo lo bueno en la vida, y la vida se le estaba acabando. Mierda, pensé. En aquel momento odiaba todo y a todos. Alba no se podía morir, no podía cumplirse el sueño que tuvimos todos.  Alba me apretó la mano, me miró, y dijo con voz rota:


-       Lucía…


Lucía se quedaría sola. Era algo que me dolía, y que me afectaba a mí directamente, como padre. No sabía qué hacer, ni qué decir…


-       Por eso quería venir a Madrid también. Para que Lucía pudiese tener un apoyo más, a su padre… - dijo Alba.


-       Ahora no estás sola, Alba, y Lucía tampoco – dije.


Alba me sonrío de la mejor manera que pudo. Confiaba en mí, y yo no podía defraudarla…


Terminamos de cenar, y Alba me acercó hasta mi coche.


-       Gracias, Jota – dijo, mientras me acariciaba la mejilla.


-       No tienes por qué darme las gracias por nada, es lo menos que puedo hacer, apoyarte…aquí me tienes para lo que necesites…y Lucía también.


Me dio un beso y salí del coche.

Camino de casa, lloré todo lo que no había llorado en 15 años...