miércoles, 8 de diciembre de 2010

- Sssshhhh...pueden oirte!

- le susurré al oido, mientras le tapaba la boca. 

Ella no pudo más que aguantarse la risa. Siempre lo hacía. Ella era así de natural, de espontánea. Sus grandes ojos azules no hacían más que enamorarme cada día más, y cuando se lo decía, se reía, como si no fuese con ella. Canalla, pero dulce. Así era ella. Pasábamos algunas tardes viendo la tele, o alguna serie de internet. Ella, refugiada en la manta, haciendo suyo el sofá. Yo, acoplándome a sus huecos, feliz. Se me notaba en la cara, decían.

Aquel día de mi marcha era un recuerdo demasiado presente. No soportaba la lejanía de su voz, la falta de su piel, de sus besos. Todo se había parado ese día. Habían pasado unos cuantos años de aquel momento, y aún quedaban unos cuantos para poder volver a verla. Pero ella sabía que podía confiar en mí, y lo mejor de todo es que yo sabía que podía confiar en ella. Por eso, todas las mañanas sonreía por tener, por fin, la suerte de mi lado.

Cogí la guitarra para cantar nuestra canción, y sin darme cuenta fueron sus manos las que acariciaron las cuerdas. Me había traido porras para merendar, y le habían regalado dos churros. Miré sus ojos, y suspiré. Gracias.

Me moriré de ganas de decirte...que te estoy echando de menos...

2 comentarios:

la chica de los lacasitos dijo...

uf
ese videoclip
esa canción
zahara...

acabas de ganarme

Alía Mateu dijo...

Ay gatete... como diría nuestro colega: Aún queda tanto por vivir, tantas cosas por hacer...

En el fondo me gusta verte así, aunque no te lo merezcas (jajaja)

yasabesquiénsoy

pd. hoy he visto a Esther, brilla como nunca (como siempre)
pd2. mariona se viene este domingo, ja saps, a ponerle playa a Madrid.