miércoles, 1 de junio de 2011

Kilómetro 0.

Yo no viví una guerra civil. Ni una dictadura de posguerra. Ni tan siquiera puedo decir que viví en una transición hacia la democracia, a pesar de haber nacido en 1979. Yo soy hijo de lo que se supone la democracia, esa forma social de organización.

Quizás a mis 15 años yo no pensaba en política. Estoy casi seguro de que muy poca gente de mi entorno juvenil lo hacía. Lo normal era vivir nuestra vida y ya está. Pero 15 años antes de eso, sí se pensaba en política cuando se era un chaval, Incluso ahora, se piensa más que entonces. El sistema, el solito, consigue que nos agitemos dentro de nosotros mismos, dentro de lo que consideramos nuestros márgenes sociales, ahí hasta donde nos pueden torear. Mis padres salieron a la calle en la transición, a luchar por lo que eran sus derechos. Unos derechos que consiguieron, una victoria que recordar del PUEBLO. Pasaron los años, avanzó fulminante la tecnología, nos hicimos más cómodos, egoistas. Ya nada quedaba de aquello por lo que lucharon nuestros padres, pero daba igual, seguíamos teniendo nuestros lujos, nuestros coches, nuestros juguetes, nuestra tecnología, nuestro sofá de casa...y lo más importante, algo que llevarnos a la boca.

Hace ya 13 años todo empezó a cambiar. En este lugar del mundo donde vivo, empezaban a aflorar pequeñas alimañas sedientas de dinero fácil a costa de los demás. No entraré en el juego político, pues da para mucho palique, pero el caso es que nadie dijo nada sobre esto, y los pocos que se atrevieron, fueron silenciados. Empezamos a vivir en un mundo ideal sostenido por mondadientes. Era lo que se conoce como la burbuja inmobiliaria. Poco a poco, se empezó a vivir por encima de las posibilidades, gracias a lso créditos que daban los bancos. Muchos se quejaban de que los sueldo no subían, y el resto de productos sí. Pero nadie les hacía caso. Eran pocos, y el país funcionaba igual con esos pocos locos reivindicando sus derechos.

Nos engañaron con el euro. Nos dijeron que todo se mantendría, pero no fue así. Muchos protestamos, pero tampoco sirvió. No estábamos organizados. Pasaron los años, y cada vez la cosa ha ido a peor, tanto, que ha llegado un momento en que los habitantes de este trocito de mundo hemos dicho basta. Las personas con sentido común hemos dicho basta. Y el que no lo ha dicho, no tiene un claro sentido ético de la justicia y la igualdad. Está en todo su derecho de no decir basta, pero que no intente hacer ver lo que no es. 
Esta vez todo empezó con una pequeña manifestación a la que asistimos unos cuantos, y que terminó con una pequeña acampada en la puerta del Sol. La voz corrió como la pólvora, y mucha gente empezó a sumarse a un movimiento que arrancaba. Hicimos bien en creer en ello, porque a día de hoy hemos conseguido mucho más de lo que nos creíamos capaces. Y somos capaces de mucho más!

Ahora...ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos. Porque ayer no lo hicieron por nosotros, porque mañana es tarde...Ahora.

Nuestro kilómetro 0 de Madrid ha servido para dar comienzo a otra carretera, nuestra propia ruta del PUEBLO. Sumaros todos, pues todos somos parte. Y que la fuerza nos acompañe, pero siempre pacíficos.
 
Larga vida...





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