Se hace duro. Cruzar mi mirada con la tuya, como si nada. Un tímido hola. Desconocido. Impersonal. Se hace duro tocar tu mano, sentir esa caricia, fugaz. Y saber que no puedes cambiar las cosas. Que tomaste la decisión y ella se merece mucho más de lo que le puedes dar...
Es duro darse cuenta de eso. El amor, ese gran desconocido, resulta que no lo era tanto, y que ha habitado en ti en alguna que otra ocasión. Y justo esta vez, la que querías que fuese así, no llegó. Se quedó en las puertas. Lo intentaste, lo deseaste. Porque era necesario. Pero no llegó. Y el día que decidiste darte por vencido, ella no lo comprendió, o al menos, no del todo.
Siempre amo. De la mejor manera posible. Agradezco todos y cada uno de los gestos que me regalan las personas que se cruzan en mi camino. Bueno, algunos no. A algunos les partiría la cara, pero no soy violento, y no me gusta pegarme con nadie. Pero a la mayoría, les amo. En mayor o menor medida. Y luego, por encima de todo esto, esta enamorarse...
Y eso sólo ocurre las noches de luna llena, supongo. Y aquella, desgraciadamente, no lo fue.
No estoy feliz por ello...
No hay comentarios:
Publicar un comentario