sábado, 20 de diciembre de 2008

Capítulo 3. Dudas.

El viernes, pasé la noche con Lara. Tenía una reunión de antiguos compañeros de colegio, pero en el último momento, y después de ver que tan sólo asistíamos tres personas, decidí suspenderla. Había coincidido con Lara donde nunca lo imaginé, en internet. Me preguntó cuáles eran mis planes, y le dije lo que había, pero que luego podría llamarla y pasar a buscarla. Al final, quedamos a las 22 horas. en mi casa. Ella se encargaba de la cena y yo del ambiente.

Pasamos una agradable velada. Tanto, que se quedó a dormir. Me gustó la sensación de que ella se sintiese a gusto a mi lado. Y comprendí que mi situación, al fin y al cabo, no difería tanto de la suya. El resto del fin de semana pasó sin más pena ni gloria y, tan sólo el domingo, pudimos hablar de nuevo de nuestra especial situación. Me comentó que hacía cosa de un mes lo había dejado con un tío con el que estaba de rollo, y que todavía seguía prendada de él. Bueno, ýo había luchado en plazas peores, y siempre había salido victorioso. Claro, que el resto de ocasiones no eran más que un momento en medio de nuestra vida, no un proyecto como el que yo estaba proponiéndole a Lara.

Me fui hacia casa pensando en aquellas palabras. En el fondo, yo también andaba pensando en otras. No de la misma manera, pero sí que dándole vueltas a la cabeza en si Lara era la mujer definitiva. Durante toda esa semana, soñé que era mi destino, acabar con ella, excepto la noche del viernes, que soñé que todo era una mentira y que ella, para no hacerme daño, decidía dejar de quedar conmigo. Ese día me levanté extraño. Esto, sumado a que llevaba toda la semana con diarrea, producía que mi estado fuese algo volátil, inerte, agotado...

Tenía un concierto ineludible. Me habían invitado hacía 5 meses, y evidentemente, no iba a decir que no. Mis ganas estaban mermadas por las fuerzas, pero sabía que ese concierto sería algo que me serviría para aclarar conceptos sobre Lara y sobre mi futuro. Si había algo que me preocupaba en exceso era mi trabajo en el Ayuntamiento. Era un trabajo que me aportaba mucho, tanto económica como interiormente, pero en el que mi continuidad se estaba viendo afectada por la supuesta crisis de una manera directa. No sabía si en los próximos meses iba a tener que cambiar de vida de nuevo, o si todo continuaría como estaba. Era algo que me comía por dentro. Así que para vaciar mi cabeza de todos estos pensamientos, me subí en el coche hacia el lugar del concierto...

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