jueves, 13 de agosto de 2009

Dedicatoria...

Me han pedido que escriba algo. Algo que sea parte del ciclo de la vida, que una un extremo y otro de nuestro viaje...

Siempre me he preguntado en qué consiste la vida. Durante muchos años no supe nada de ella. Ni siquiera de niñas. A dónde corren las niñas, se preguntaba Otto. Crecí en un colegio donde me resulto siempre extraña mi presencia. No tenía casi amigos, y siempre estaba rodeado de arena y coches de metal, de esos con los que se juega de pequeño. Soñaba con aventuras que leía en los libros, o que veía en los documentales que había en el cine. Por aquel entonces, la televisión era parte de pocas familias.

No presté gran atención a mi formación, y cuando me quise dar cuenta, tenía un trabajo que nada tenía que ver con lo que siempre había soñado; ser aventurero. Mi adolescencia había pasado tan deprisa que no le presté atención. Conocí a aquel hombre extraño, que daba besos a todas las cosas, y a todas las personas, y que un día fue ejecutado por ser precisamente eso, extraño. Nadie va dando besos por ahí. Durante mis primeros años de trabajo me formé como persona, y hubo personas que, sin quererlo, me ayudaron a comprender un poco el significado de la vida. Pero no fue hasta pasados unos cuantos años cuando sentí por primera vez esa punzada en el corazón. Aquella chica me dejó sin respirar durante unos segundos, y mis ojos no querían cerrarse por temor a que desapareciera. Supe que estaba enamorado, que ella tendría que ser algo importante en mi vida...

Pasaron algunos años, aquella chica siguió su vida. Era lógico, pues nunca me acerqué a ella. Por fin, un día, me arme de valor, y después de mucho observarla, comprendí que había llegado el momento de hablar con ella. Me presenté, y le dije que quería compartir mi vida con ella. Su cara fue de asombro total. Pero aguantó bien la situación. Me dijo que estaba comprometida, y que no podía cambiar eso, aunque no amaba a su pareja. Pero la naturaleza es lista, y la situación cambió por completo unas horas después. Su prometido, falleció de un ataque al corazón mientras se duchaba. Caprichos del destino, supongo.

Así comenzó una gran historia de amor, compartiendo las mismas inquietudes. Fueron muchos días a recordar, muchos años de felicidad que son imposibles de resumir en estas pocas palabras que hoy me piden que escriba. Hace tantos años de aquella primera vez...Aún recuerdo su mirada, amable y profunda, que años después conservaba aún. Hoy, tres años después de nuestro último adiós, aún se me clava esa mirada. No sé si conseguí hacerla feliz. Nunca fue mi fuerte. Pero ella sí que consiguió que ahora, cercano a mis últimos días, mis últimos meses de vida, comprenda el sentido de mi vida. Ella fue el sentido de mi vida. Tuve una vida autónoma, independiente. Pero siempre a su lado. ¿Quizás no es eso lo más bonito del Mundo? Yo ahora creo que sí, que yo si puedo decir que he vivido.

Ahora sólo espero mi turno, que llegue mi momento. Estoy tranquilo. Tengo gente que me quiere, y dejo una herencia que mis hijos y nietos han sabido respirar. Eso es lo que quería. Ya estoy tranquilo...Es tiempo de marchar.

2 comentarios:

Alía Mateu dijo...

Mi terrible egoismo me hace decirte que no te vayas, porque te necesito. Y a la vez eso me hace preguntarme si tu a mi no.
''Que qué iba a ser de nosotros si decidia no venir conmigo''

Siempre fuimos satelites de amplia trayectoria.

Lo entiendo y me cuesta entenderte a ti pequeño. Quiero seguir disfrutando de ti, de tu coche y de tus locuras 100 veces más.
¿Entiendes lo que te digo?
Aún no has cerrado tu círculo, ahora no seas egoista tú y mira hacia delante como un reto, hacia las rutas salvajes que pueblan Madrid cada noche. Yo puedo seguir llenandote de optimismo. Vive, arriesga, gana y a veces pierde, pero las cosas no se quedan aquí.

Virginia dijo...

No se sabe a dónde, lo más lejos posible... Sin mirar atrás, sólo escapar.

PD: Es necesario que la vida tenga sus ciclos.