lunes, 26 de octubre de 2009

Alba, de nuevo.

Miré por la ventana y sentí la necesidad de abrirla. El aire frío contrastaba con la luz del Sol, ninguna nube en el cielo. Respiré con todas mis fuerzas una bocanada de aire limpio y fresco. Aún tenía en mi pecho la angustia que me había hecho despertar, un sueño demasiado extraño. Había sido tan real que pensé que todo había sucedido tal y como lo había soñado. Miré a mi cama. Nadie. Era lógico. Ayer, después de contemplar la puesta de Sol, había caído en los brazos de mi querido Legendario, y no recordaba cómo había llegado a la cama. Si que recordaba, sin embargo, cómo había aparecido Alba en mi cabeza. Era como si la pudiese tocar, otra vez. Cuántos años hacía que no la veía, cuántos años hacía que no sabía nada de ella. Lo último que supe es que se puso a estudiar Medicina, y que había conocido a un tipo que le recordaba a mí. Le contesté a aquella carta, pero ya no obtuve respuesta. De esto hacía por lo menos 10 años. Qué lejos quedaba todo, y que rápido pasaba el tiempo...

Sonó mi móvil. Beep, beep. Era un mensaje de Candela, mi hermana pequeña. Me decía textualmente "Kaixo Bicho,todo bien xtu montaña?Necesito q vengas sta tard a Madrid,a ls Zarzales,dnd siempre.Tspero.Bisus!". Vaya, de repente, mi hermana también se acordaba de los Zarzales, casualidades de la vida. Aproveché que tenía el teléfono en la mano, y busqué el teléfono de Antonio. Aún lo conservaba, aunque quizás, ese número ya no sería el suyo. Probé a llamar.


- Hola, ¿está Antonio?.
- No, ¿Quién eres?-. Reconocí la voz de su madre, con algunos años más encima.
- Soy un amigo de la infancia, tenía este número y no sé dónde puedo localizarlo.
- ¿Jota? Madre mía, cuánto tiempo sin hablar contigo, qué tal estás...
- Bien, Carmen, bien, hacía mucho tiempo, sí. La vida, que se empeña en hacernos mayores a todos.
- Apunta, te voy a dar el móvil de Antonio. Le va a hacer mucha ilusión que le llames. Seis, uno, cuatro...noventa y dos. A ver si un día de estos te veo y me cuentas qué tal te va todo, hijo.
- Lo intentaré, Carmen. Un beso, y gracias.
- Adiós, hijo, adiós.

Observé el número de teléfono, y decidí mandarle un sms: "Hola Antonio, soy Jota, que tal estás?Esta tarde estaré en los Zarzales, donde siempre,podíamos aprovechar para vernos y contarnos. Haz cadena con los demás, yo aviso a María, Luis, Lorena y Alba, intenta localizar al resto". No sabía por qué, pero me apetecía ver a mi antigua pandilla de la juventud. Aquellos que habían convertido mis veranos en unos recuerdos inolvidables. Supongo que el sueño de la noche anterior, hacía posible que mis ganas de juntarnos de nuevo no se desvanecieran. Quería comprobar que todos seguíamos unidos, de alguna manera...Alba. Me daba miedo llamar a Alba. No sabía nada de ella, y eso me aterreba. La imaginaba casada, con hijos, trabajando en algún hospital de renombre. Mierda, Alba se había ido a vivir al Norte, así que si quería localizarla, y poder verla, tenía que avisarla ya. Pero no me atrevía...

- Hola Lorena...
- Jota! qué sorpresa...me acabo de levantar.
- Yo también, he tenido un sueño muy chungo, y según me he levantado me ha escrito mi hermana que estará esta tarde en los Zarzales. He soñado con todos nosotros...
- ¿En serio? Pues ya no eres el único. Yo he soñado que estábamos de nuevo todos por allí, y que Alba...
- Coño, no sigas, que me parece que tu sueño es muy parecido al mío.
- Acabo de hablar con Alba. Esta tarde he quedado con ella, en Madrid-. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Sabía que Lorena también había estado en contacto con Alba, era su mejor amiga, pero no me esperaba ni por asomo que aún estuviesen en contacto.

- Yo he quedado con Candela, y le he escrito a Antonio. Pensaba avisar a María y a Luis.
- Perfecto, pues yo cojo el vuelo a las 15 horas. Me voy directa a los Zarzales y le escribo a Alba para que suba para allá.
- Ok, te veo allí entonces, Lorena...
- Ok, Jota...oye...Alba no sabe nada...
- Vale, vale, no te preocupes, luego nos vemos, un beso.
- Un beso, pequeño...

Lorena vivía desde hacía unos años en Liechtenstein. Un día que yo volaba a Suiza, me la encontré de azafata. Estuvimos un rato charlando, nos intercambiamos los teléfonos, y esa misma noche quedamos para cenar en un conocido restaurante de Ginebra. Habíamos acabado en mi hotel, amaneciendo juntos. Desde entonces, cuando venía para Madrid, o yo tenía que volar por negocios, hablabamos para vernos, y ella cambiaba el turno con algunas compañeras para venir en mi avión y pasar la noche juntos. Lorena había sido la mejor amiga de Alba, pero nunca habíamos hablado de ella. Una vez le pregunté si sabía algo de ella, y me dijo que hacía tiempo que no hablaban. Pero ahí quedó todo, ningún dato más y yo no quise insistir.

Lorena y Alba avisadas. Tan sólo me quedaban Luis y María, así que probé la misma fórmula que con Antonio, y así conseguí hablar con Luis en persona, que me dijo que no faltaría, y la madre de María me dio el teléfono de su nuevo domicilio.

- Hola, buenos días, María, por favor?
- Sí, un momento, ¿de parte de quién?-. Esa voz...esa voz me era muy familiar. Me arriesgué.
- ¿Fito?.
- Sí soy yo, ¿Quién eres?.
- Soy Jota, de los Zarzales, ¿te acuerdas de mí?.
- ¡¡Jota!!, Me cago en la leche, ¡cuánto tiempo! !María, es Jota! Joder que casualidad, he soñado contigo, y María también.
- Ahora ya no me resulta extraño, he hablado con Lorena y me ha dicho lo mismo. Hemos quedado esta tarde donde siempre, en los Zarzales.
- Allí estaremos, !qué ganas de veros! !Un abrazo!
- !Hasta luego, Fito!

Joder, qué alegría, mira que me gustaba a mi esa pareja, Fito y María. Nadie apostaba por ellos, y ahora mírales, lo mismo hasta se habían casado. Ya no me quedaba a nadie que avisar, el resto era parte de Antonio. Revisé mi móvil y tenía un sms. Antonio confirmaba la asistencia y la de los que faltaban por confirmar.

Me hice rápidamente unas tostadas con aceite y tomate, mitad desayuno, mitad almuerzo, pues me apetecía coger la moto y darme una vuelta para quitarme todas estas sensaciones extrañas que azotaban mi cuerpo. Relajarme conduciendo. Alba volvía mi cabeza por momentos, nuestros días felices hacía 15 años, nuestro amor eterno, el día que ella se tuvo que ir...todo. Me puse el mono todo lo rápido que pude y me tiré a la carretera. Estuve un par de horas dando vueltas, me recorrí todos los puertos de montaña del norte de Madrid. Morcuera, Navafría, Canencia. Paré a tomar algo en Miraflores de la sierra. Era una expléndida mañana de sábado en el mes de Noviembre. Allí sentado en la terraza de aquel bar, intentaba poner orden a todo lo que tenía en mi cabeza. Uf, esa tarde iba a ver a mi amor de toda la vida, a Alba. Me preguntaba cómo sería ahora, cómo tendría el pelo, si estaría igual de guapa y risueña. A mi lado pasó una chica con un pañuelo en la cabeza y unas botas de montaña. La típica chica en la que yo me fijaría. Me resultó familiar. El camarero me sacó de mis pensamientos al traerme una coca cola y un entrecot que se salía por los bordes. Degusté tranquilamente, y cuando me quise dar cuenta, eran las cuatro de la tarde. Pedí la cuenta y pagué en efectivo. La chica de las botas de montaña volvió a pasar por allí, y ví que de su cuello colgaba un trozo de una moneda cortada por la mitad. Me vino a la cabeza la moneda que nos encontramos Antonio y yo en aquella casa abandonada, y que decidimos cortar y llevar cada uno en una cadena en el cuello. Dónde quedaría esa moneda...

Monté en la moto y me dirigí hacia Los Zarzales. Llegué en media hora larga, y ya estaban allí Candela, Fito y María, Luis, Vane y Gerardo. Me saludaron efusivamente, sobre todo Fito y María, y al rato llegaron Antonio, que me dio un gran abrazo, Ana, que se vino efusivamente hacia mí, y Lucas, que se había dejado el pelo largo, y le quedaba muy bien. Estuvimos charlando de viejos tiempos, de lo que hacíamos ahora, Gerardo trajo unas cervezas del bar de la estación y seguimos riendo recordando anécdotas del pasado. De vez en cuando se acercaba un coche, y volvíamos la mirada para ver si eran Lorena y Alba. El corazón se me paraba cada vez que eso pasaba. Lorena y Alba. Alba y Lorena. La mujer que me había llevado a la vida, y la mujer que conseguía mantenerme la vida. Curiosa coincidencia.


Estaba anocheciendo, cuando Lorena y Alba llegaron...

2 comentarios:

Alía Mateu dijo...

Bueno, y qué, ¿te la tiraste o no?

Jajajajaja, Lucas se deja el pelo largo y la otra es de Liechesteeeiinnnnn!! madre mia.

Eres grande Jota..

Abigail LT dijo...

menudo culebrón... continuará...

xDDDD

SALUDOS !!