viernes, 9 de octubre de 2009

Recuerdos de mi vida...

- ¿Sabes quién se casa?, dijo mi madre. - Aquella chica, cómo se llamaba...ah, sí, Amanda!

La verdad que no me pilló por sorpresa. Hacía un año que no sabía nada de ella. Y hacía más de 8 que no la veía en directo. Pensé en cómo sería ahora físicamente, si habría echado culo, o si estaría tan guapa como la recordaba. La última vez que la vi no habíamos hablado cordialmente, precisamente. Habíamos estado discutiendo sobre si era mejor la univerdidad privada o la pública. Su novio de entonces, que supongo que será el mismo que se case con ella, defendía la universidad privada, y a mi me hervía la sangre, aunque no sé exactamente si era por las tonterías que decía el chavalote, si porque me jodía que estuviese con Ella, o si era el puñetero "Parfait amour", que ya llevaba la botella por la mitad.

Así que se casa..., pensé. Bueno, quizás era lo mejor que podía pasar. No era el mejor momento, pero era algo menos en lo que pensar. O quizás no. Quizás era una cuenta atrás para otro más de mis retos absurdos en la vida. Llevaba años creando retos absurdos en mi vida que no me conducían a ningún lugar, así que uno más, qué podía cambiar...

Mi madre seguía hablando, mientras yo pensaba en la ciudad en la que me encontraba ahora, aquella ciudad que me vio crecer y enamorarme, aquella ciudad y aquel parque donde tantas veces me cogí de la mano con aquella niña de 15 años que ahora se iba a casar. Putos recuerdos. No me dejaban en paz. Siempre afloraban en el peor momento, en el peor lugar.

Dejé a mi madre unas calles más adelante, y me dijo que luego iría a buscarla papá, así que no me preocupé por la vuelta, ni por esperarla. Sin darme cuenta, me metí de lleno en el barrio donde Amanda vivía, aunque mi hermano me había dicho que se había mudado al pueblo de al lado. Yo también me había mudado, y ya nada quedaba de aquellos tiempos. Tan sólo las mismas calles, los mismos edificios con algunas mejoras, y muchos avances nuevos. Pasé por mi antigua calle, y busqué el coche de un amigo, sabiendo que tenía que estar por allí. Lo encontré, y me produjo una sonrisa. Una mueca de felicidad en medio de la vorágine de mi cabeza. Llegué a mi antiguo portal, el número 1, en lo alto de la calle, y le miré nostálgico. Qué sería de mis vecinas, de mis compañeros de colegio, de aquella niña rubia que pasaba por delante del portal mientras yo, junto con un grupo de niños, esperábamos el autobús del colegio. Nunca me atreví a decirle nada, y aún así, ella permanecía en mi memoria, en aquel lugar donde no se olvidan las cosas. Del mismo modo, recordé momentos con Amanda, lugares que visitamos, bares que creía desaparecidos. Me sentí mayor. Viejo. Solo. Lo había pasado bien hasta ahora, nunca le había dado más importancia a las cosas de la que tenían. Pero ahora, no sé por qué, desde hacía algún tiempo le daba vueltas una y otra vez a todo, y no conseguía más que cagarla, o agobiarme, o cagarla y agobiarme. Hasta en el trabajo me habían recriminado un poco mi actitud. Supongo que todo se traspasa aunque no quieras, y alguien pagó por mis platos rotos, y eso no era justo.

Seguía pensando en hacer algo. Tenía que actuar. No sabía por qué, pero algo tenía que hacer. Amanda no se podía casar sin saber lo que significaron aquellos días para mí. Sí, era una tontería, una solemne tontería, pero por qué no decírselo, por qué no intentar verla para darle las gracias. Luego que se casara. Yo no quería casarme con ella. Al menos eso pensaba mi cabeza. Me vino a la memoria la película "la Boda de mi mejor amigo". Bueno, quizás no debería de hacerlo. No lo sé.

Paré el coche en la puerta de un garaje, al lado del supermercado del barrio. Saqué una libreta de la guantera, y un boli. Escribí:

Recuerdos de mi vida,
sueños a contraluz.
Me siento hoy un perdedor,
herido por las cicatrices de mi vida.

Suspiré. Metí de nuevo la libreta en la guantera. Aquellos versos eran una mala imitación de otra canción. Nunca me ganaría la vida como cantante. Nunca me ganaré la vida como amante. Arranque el coche, y me puse en el semáforo. Metí primera y empecé a dejar atrás el barrio...

3 comentarios:

Abigail LT dijo...

Cuanta nostálgia...
voy a llorar.


:(

Alía Mateu dijo...

A la Habana para conocer a los cubanos.

Me gusta la transparecia con la que inundas todo, pero no permitas que el pasado te coma el tarro. Sé que con 15 años es más fácil vivir el ahora, pero ¿por qué no lo intentas?

Vértigo dijo...

Ojalá. Te lo agradecería taaaanto taaaanto.
Jo, gracias.


Pero, estás aquí y ahora. No allí hace tanto tiempo.